Por
  • Alberto Jiménez Schuhmacher

Corazón agradecido

Aplauso sanitario en el hospital Miguel Servet de Zaragoza
'Corazón agradecido'
José Miguel Marco

El corazón de mi padre pasó a ser una bomba de relojería que cada cierto tiempo ponían a punto en el Servicio de Cardiología del H. U. Miguel Servet. 

A menudo pasaba largas épocas hospitalizado. Los últimos años, cuando estaba ingresado, coincidíamos siempre con Rubén, un chaval que padecía una cardiopatía congénita. Este niño y luego adolescente estaba a la espera de un trasplante. Finalmente, durante uno de sus ingresos, llegó. A los días dieron el alta a mi padre y nos acercamos a la sala de aislamiento para ver cómo estaba y despedirnos de su familia. Rubén se puso de pie, entreabrió la bata que llevaba, mostró un apósito que le tapaba la marca de la cirugía a la altura del esternón y le dijo a mi padre "mira, Eduardo, ya tengo el trasplante". No hacía ni 48 horas que le habían trasplantado y se puso de pie y caminó. 

Esta imagen no podré olvidarla nunca, me inspira y me hace creer en la Ciencia y la Medicina. También me hace reflexionar acerca de la importancia de una sanidad pública de calidad. En otros sitios no hubiera sido posible o las deudas hubieran asfixiado su futuro.

Irene Vallejo, como solo ella tiene la capacidad de hacerlo, con su don, inspiración y sentimientos sinceros homenajeó la semana pasada a la sanidad pública en el 50 aniversario del Hospital Materno Infantil de Zaragoza con un discurso que debería quedar grabado en nuestra memoria. Nos recordó que "en tiempos de tormentas y fragilidades, no olvidemos defender lo que nos salva. No descuidemos a quienes nos cuidáis".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión