Por
  • Yolanda Gamarra

Autonomía estratégica

Bandera de la UE
'Autonomía estratégica'
Reuters

En la UE soplan tiempos de cambio. 

La covid y los nuevos desarrollos geoeconómicos y geopolíticos han desatado un debate acerca de los riesgos de deslocalizar sectores estratégicos de la economía. Estos desarrollos están incidiendo en un cambio de tendencia en cuanto a avanzar en la autonomía estratégica de la UE y de los Estados miembros. En la Nueva Agenda Estratégica 2019-2024, se recoge que la UE "ha de seguir un rumbo de acción estratégica y aumentar su capacidad de actuar de forma autónoma para salvaguardar sus intereses, defender sus valores y modo de vida y contribuir a modelar el futuro mundial". En esa misma senda, las conclusiones del Consejo Europeo de octubre de 2020 enfatizan que "un objetivo clave de la Unión es alcanzar una autonomía estratégica al tiempo que se mantiene una economía abierta". Tradicionalmente, el concepto de autonomía estratégica se vinculó al ámbito de la seguridad y la defensa. Sin embargo, en la actualidad, este concepto hay que entenderlo en un sentido amplio. No cabe identificarlo con aislacionismo, más bien se pretende reformular el concepto de soberanía situándola próxima a la soberanía operacional. Las insuficiencias para alcanzar diferentes objetivos han puesto de manifiesto que la soberanía es una abstracción o, como subrayaron autores como Louis Henkin, tiene carácter mítico. Ante los cambios que se avecinan, la apuesta por una autonomía estratégica bien puede ser una óptima opción por explorar. La propuesta es atractiva y la UE podría salir reforzada y, por extensión, los Estados miembros.

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