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Cartas al director de HERALDO: 'Nuestros largos viajes en ferrocarril'

Restos del puente de L'Estanguet.
Restos del puente de L'Estanguet.
Javier Blasco

Nuestros largos viajes en ferrocarril

El gobierno francés va a prohibir los vuelos regulares cuyos recorridos puedan hacerse en tren en menos de dos horas y media. La contaminación y el coste energético que producen frena la llegada de la Europa verde e idílica que se nos infunde. Nada hay que objetar, sino más bien aplaudir este acuerdo. Sin embargo, vista la acción desde Zaragoza, y siguiendo la pauta censora, creo que aquí habría que prohibir los trenes de los trayectos que pudiéndose hacer en menos de dos horas y media se hacen en más tiempo… o que nos pongan vuelos regulares para compensar. ¡Qué maravilla sobrevolar el Pirineo en un ratito, o Valencia, con escala en Teruel, Bilbao, San Sebastián, o ir a merendar con los amigos franceses! Nuestros viajes eternos actuales –lástima perder la siesta que los acompaña– desaparecerían y serían auténticos vecinos nuestros los ciudadanos que tan cerca nos entornan. De momento, la mejora futura está en algo tan fácil como la palabra, todo son promesas, pero la realidad del Plan de Recuperación que el Gobierno ha presentado lo focaliza en el desarrollo del coche eléctrico, es decir, lo mismo de ahora pero sin contaminar. ¿Y la mejora del transporte público? Podrán decirnos que eso está previsto y que lo explicarán más tarde despacio y en detalle, pero estos días suena a promesa electoral. Como muestra, un ministro y múltiples autoridades inauguraron la nueva estación de Canfranc; excelente, una iniciativa magnífica, pero a mí también me gustaría que se acercaran a Estanguet –cincuenta y un años nos contemplan– y pusieran la primera piedra del renovado puente cuya desaparición fue el origen del problema actual. Eso sí que sería ‘progre y verde’, un puntazo.

Francisco Alós Barduzal. ZARAGOZA

En Cesáreo Alierta

Soy una vecina del principio de Cesáreo Alierta, en Zaragoza, y mi queja se extiende hasta la zona un poco antes de llegar al camino de las Torres. El fin de semana, viernes, sábados y domingos en la tarde-noche, no podemos entrar en casa. La acera está invadida por jóvenes y no tan jóvenes que no respetan las distancias, no llevan mascarilla y hablan a grito pelado. Y como no se puede fumar en las terrazas, se levantan y se amontonan apoyados en las paredes del edificio, incluso ocupando la entrada a la finca. Con lo cual, la mayoría de las veces nos vemos obligados a invadir el carril ‘bici’, con el riesgo que eso conlleva. No es una queja contra los bares, ahí no quiero entrar, entiendo y respeto su trabajo. Me dirijo a las personas que los frecuentan. Esto de sobra es conocido por la Policía y me gustaría que durante los fines de semana esta pusiera un poco más de orden; si es necesario, sancionando económicamente dicho mal comportamiento. Creo que todos no debemos un respeto, lo estamos pasando muy mal.

María Eugenia Sanz Sada. Zaragoza

El oso y los pastores

Hacia finales de los años setenta del pasado siglo, conseguí un permiso del Icona para cazar un corzo macho en la Selva de Oza. Por aquellos parajes andaba yo, con Tomás el guarda, buscando algún claro querencioso para hacer una espera, cuando en la senda por la que íbamos vimos unas muy claras huellas de oso. ¿Qué hacemos si lo vemos?, le pregunté a Tomás; nada, me dijo, si se va, nada, pero si se acerca demasiado dispárale. La verdad es que me acongojé un poco y, no muy convencido, pero por si acaso amartillé el rifle y me volví todo ojos y oídos. Al final no pasó nada, ni oso ni corzos, y con las mismas terminamos la jornada de caza. Cuento esta anécdota porque, como he dicho, me asusté, no es lo mismo andar detrás de un pobre corzo que pensar que se te puede venir encima una masa de colmillos y garras de más de cien kilos, ni parecido. Y esto me lleva a considerar lo que pueden sentir los pastores que andan por los pastos altos del Pirineo, ellos solos con sus rebaños, muy a menudo acompañados nadas más que por pequeños perros como el ‘can de chira’, que poco pueden hacer frente al oso. Ya me gustaría que todos los que defienden la introducción del plantígrado en el Pirineo tuviesen una ‘conversación’ con él sin más argumentos defensivos que un cayado. Por desgracia, la figura bucólica de las ovejitas o de las vacas con sus terneros pastando en las praderas de los puertos pirenaicos está llamada a la desaparición, lo que se lleva hoy es la ganadería intensiva, las granjas con miles de vacas o de ovejas, como las de cerdos, en las que se alimenta a los animales casi artificialmente para que engorden muy deprisa y poder sacrificarlos cuanto antes con el menor coste posible. Llegado ese momento habrá que pensar también en reintroducir la figura extinta del pastor y así todos estaremos contentos y con la conciencia tranquila: tendremos osos y pastores como figurantes en el teatro de la naturaleza mientras nosotros los contemplamos en nuestro televisor. Hablando en serio y puestos a hablar de la recuperación de especies autóctonas, no sé por qué no se piensa mejor en la cabra montés, que sí que hace un buen papel en el ecosistema de la montaña, y aunque ya no podamos, queramos o sepamos recuperar al bucardo, la cabra montés, ‘Capra pyrenaica’, puede ser un sustituto perfecto; olvidémonos de los osos, que no hacen mas que incordiar a la verdadera especie en extinción, el pastor. El oso no pinta nada más que en el ideario, quiero pensar que solo romántico, de unos pocos que sin duda tienen muy nobles ideas sobre los animales salvajes, pero poca consideración con los hombres que los sufren.

Mario Giménez. ZARAGOZA

Fantasmas del pasado

Mucho se debatió sobre la censura en Twitter a la cuenta de Donald Trump y posteriormente a su análoga formación ibérica, quien hace del odio, la confrontación y el mal llamar la atención su principal baza política. Tenemos la suerte de vivir en una democracia, uno de cuyos pilares básicos es la libertad de expresión. Pero no todo vale bajo ese paraguas de libertad. La incitación al odio y todo lo que conlleve vulnerar los derechos universales, que tanto ha costado conseguir, nunca debería permitirse bajo ningún concepto en nuestra sociedad del bienestar. El hecho de estar cerca de alcanzar los cincuenta años de democracia hace que muchos desprestigien y olviden lo que tal sistema significa, ya que cada vez somos menos quienes sufrimos la desdicha de la dictadura. No caigamos en su infravaloración. Es necesario cortar de raíz todo lo que pueda traer fantasmas del pasado. En el Capitolio ya observamos un ejemplo a pequeña escala de lo que el discurso de odio puede ocasionar. No seamos los siguientes.

Jorge Guillén Rangil. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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