Este San Jorge se presenta empuñando una jeringuilla a modo de lanza. 

Aunque se enfrenta al mismo orondo dragón que el año pasado, rodeado de espinas por todo el cuerpo, el patrón porta un arma eficaz para combatirlo. En el nublado cielo de la épica escena apuntan unos rayos de sol. Qué diferencia con hace un año, cuando estábamos acogotados en casa esperando a ver si escampaba, y San Jorge sufría bajo la nube vírica que le lanzaba el dragón.

Este Día del Libro, una escritora aragonesa protagoniza en Barcelona la emblemática y arraigada fiesta de la rosa y el libro. Ni en sus sueños más extravagantes, confiesa Irene Vallejo, se había visto convertida en pregonera del Día de Sant Jordi. Su junco está llegando hasta el infinito y más allá. Después de su intervención en la capital catalana, como buena profeta en su tierra, recoge el Premio Aragón en esta jornada que también denomina del orgullo lector.

Este 23 de abril que amenaza lluvia, lo universal cala hasta en los chubasqueros más tupidos. La pandemia ha contribuido a mostrar que son más las semejanzas que las diferencias entre los seres humanos: somos todos igual de vulnerables. Hay fuerzas de la naturaleza que no respetan rangos: se te pueden llevar por delante, creas o no en su existencia. Un beneficio colateral de la enfermedad que azota al mundo ha sido la reactivación de la demanda de lectura, según prueban los números: se han batido todos los récords con una media de 7 horas y 25 minutos a la semana, según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2020.

Este primero de los tres días del largo fin de semana en Aragón es un buen momento para rematar el libro que teníamos entre manos. O para iniciar un viaje por las páginas de una apetecible lectura pendiente.

Feliz día del orgullo lector.