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  • Rogelio Altisent

Leer para cuidar

No te pierdas otras recomendaciones hechas por los libreros.
'Leer para cuidar'
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Desde hace años en la Facultad de Medicina de Zaragoza se estimula a los alumnos de Ética a que lean buena literatura, ya sea ensayos, novelas o biografías, que de algún modo se relacionen con esta materia. 

También hemos experimentado con un taller de lectura, poniendo en común libros como ‘La lección de August’, de Palacio, o ‘Jezabel’ de Nemirovsky. ¡Qué atrevimiento distraer a nuestros estudiantes de medicina de la preparación del MIR, donde no hay preguntas sobre literatura!

En mi ejercicio profesional como médico de Familia nunca he logrado mayor empatía con un paciente como cuando hemos compartido y comentado algo de un libro. Los personajes de los grandes autores ayudan a comprender y entender mejor la psicología de las personas. La buena literatura también contribuye sin duda a cultivar el estilo y la corrección gramatical de quienes tenemos la necesidad de expresarnos por escrito, y por supuesto es una escuela para mejorar la precisión y la expresividad del lenguaje hablado. El hábito de lectura vale para todo. Sirve para dar y quitar el sueño. Hasta puede ser una buena terapia para la adicción a las series.

Hace un tiempo una paciente me explicó que tras el fallecimiento de un familiar, a quien solía acompañar en sus periplos hospitalarios, le dolió que un determinado médico no le diera el pésame al encontrarla. "Debe de ser muy buen médico, no lo pongo en duda, pero las personas necesitamos algo más; usted no lo olvide", me decía con un tono de cariñosa recriminación. Cultivar la compasión es una asignatura de la que todos debemos examinarnos, pero de manera más obligada los profesionales sanitarios. Pues bien, en la literatura encontramos buen combustible para mantener encendida esta hoguera. Recomiendo vivamente a los futuros médicos leer –y hago extensivo el consejo a los amables lectores– a Miguel Delibes en su breve novela ‘Señora de rojo sobre fondo gris’, donde con su sobria prosa castellana contagia los sentimientos de marido enamorado hacia la esposa herida de muerte: "Su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir".

Leer libros es recomendable para todos los públicos, pero la literatura resulta además especialmente valiosa para los profesionales sanitarios, a los que proporciona una
experiencia humana que los acerca a sus pacientes y los hace más compasivos

Todos recordamos libros que nos han dejado huella. Conviene releer, recomendar y pedir consejo sobre lecturas. Los lectores son como las fieras, con diferentes usos y costumbres: los hay que devoran literatura en grandes cantidades y sin demasiado escrúpulo, otros son más selectivos y algunos pasan hambre, porque nadie les ha enseñado a cazar. Hay quien lee por convicción y quien por utilidad, pero no cabe duda de la necesidad, y tengo el convencimiento de que nos vendría muy bien hablar más de nuestras lecturas en las tertulias de café. Todos los veranos, al finalizar las vacaciones, nos reunimos a comer un grupo de amigos de diferentes ciudades y profesiones y en la sobremesa hacemos una ronda donde cada uno recomienda un par de libros; nos sale una lista que vale oro.

Conviene programarse un tiempo para la lectura, aunque sea limitado. No importa leer varios libros a la vez, todos tendrán su momento: una buena novela de esas que atrapan, un ensayo de pensamiento, algún clásico, y no dejar de hacer relecturas de aquellos libros que nos dejaron una marca. Pero hay que tener la sabiduría de la elección. Es muy recomendable la humildad de pedir consejo y rodearse de buenos asesores para evitar perder el tiempo, sin fiarse de la propaganda. Querámoslo o no, en esta vida tenemos los libros contados.

"Los libros ofrecen un gimnasio asequible y barato para la inteligencia en todas las edades". Lo explica Irene Vallejo en su ‘Manifiesto por la lectura’, un librito delicioso que merece la pena leer y releer. Allí se dice que quienes leen son capaces de exteriorizar con más claridad sus ideas, traducir en palabras sus emociones, ordenar y verbalizar el trayecto de su aprendizaje. ¿Quién da más? Sigo citando: "El hábito de leer no nos hace necesariamente mejores personas, pero nos enseña a observar con el ojo de la mente la amplitud del mundo y la enorme variedad de situaciones y seres que lo pueblan. Nuestras ideas se hacen más ágiles y nuestra imaginación más iluminadora".

Por estas razones sostengo que hay que leer para cuidarse y para cuidar a los demás.

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