Por
  • J. L. Rodríguez García

Vacunas

El avance de la vacunación todavía no es suficiente para frenar el virus.
'Vacunas'
José Miguel Marco

Hace tiempo todos escribíamos sobre la sordidez del ‘procés’ que nos inundaba en sus cloacas. Y, luego, nos comunicaron que teníamos que hablar de la covid. 

Existía pesadumbre y reflexión. Ahora el tema son las vacunas, el deslumbrón económico que emocionaba e impulsaba las bolsas mundiales. No pudo valorar su eficacia médica. El debate que se ha abierto lo contemplo con estupor. Naciones, Estados, otros mundos –asignación que me repugna–. Todo se desintegra y el alma se nos difumina. Tenemos que ser claros: Los Estados se desmenbran, los ‘Länder’ alemanes se rebelan, las autonomías se ponen insignias, la Comisión Europea naufraga. No hay solidaridad alguna. Que se salve quien pueda. Se ha perdido la noción de solidaridad y refugio compartido y se ha impuesto ‘lo mejor para mí aunque tú te fastidies’, y que los países empobrecidos se aguanten mientras sigan dando esenciales materias primas a nuestros comercios. La solidaridad se ha extinguido como un pájaro sorprendido por el invierno extremado. Los políticos siguen augurando que nos vamos a salvar, los escritores continúan escribiendo novelas negras, la gente sin nombre la palma. Escribo extenuado… Europa naufraga, mi país no existe, el Orden mundial es una filfa. Los pensadores tienen pantallas en los diarios. Como yo. Los pobres lo tienen fastidiado. Van a morir con la sonrisa helada. Pero están las vacunas, el asombro de la ciencia que nunca llegará a África. Creo que les deberíamos remitir libros de Baudelaire.

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