Vacunación de la covid-19 en el centro de salud de La Almozara de Zaragoza.
'Desde mi sillón'
Francisco Jiménez

Utilizo un epígrafe homónimo a una de mis columnas en la revista ‘Humanizar’, porque desde la pequeña atalaya de mi silla, que no se eleva a la altura del poder ni el orgullo, como la de mi excompañero de fatigas Pablo Echenique, observo, vislumbro y comprendo muchas cosas.

Tras la vacunación de mayores de 80, dependientes, trabajadores de residencias y personal sanitario, se empezó en febrero con los grandes dependientes que vivíamos en casa. Pasaría febrero, y también marzo. No llamaban. ¿Perdida en el limbo? Entre Muface (Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado) –mi padre es mutualista– y los reconocidos con Grado III en el Instituto Aragonés de Servicios Sociales.

Se comentaba que unos 34.000 dependientes españoles no iban a ser inoculados, al no estar todavía valorados; así como más de 130.000 cuidadores no profesionales. Me debatía entre el desconcierto y la incertidumbre: ¿sí quiero, o lo pospongo para más adelante?

San Valentín, Cincomarzada –aniversario del confinamiento–, Semana Santa. Nadie llamaba. ¿Podría vacunarse mi cuidador conmigo? Solo en el domicilio, no en el centro de salud. Mutualistas y beneficiarios no teníamos asignado ningún centro.

La semana pasada, octava de Pascua, me citaron el sábado: en el Inocencio Jiménez a primera hora de la tarde. Me tocaba Moderna, esa que puede dar dolores de cabeza y musculares, fiebre, vómitos y diarrea, fatiga, insomnio.

Fue todo rápido y sencillo. Fui con mi hermano; y en el centro un viejo conocido: "Son cinco segundos". Mientras explicaba a la enfermera en qué brazo, me inyectó sin sentirlo. Luego 15 minutos de espera. Para evitar posibles efectos secundarios, una buena obra teatral: ‘Galdós enamorado’. Dormí profundamente esa noche, y a la siguiente ya se había pasado la levísima molestia del brazo.

Comienza mi nueva libertad. Mis sistemas anímico e inmune se van equilibrando y enviándome energía. Y desde mi atalaya continúo observando mentiras, intereses, guerras entre farmacéuticas y poderosos. Mañana se estrena el documental ‘Amanece en Calcuta’; María de Himalaya nos exhorta: "Somos misioneros en un mundo de mentiras. Tú eres hija mía, y como tal compórtate".

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