Doble debate en el Congreso
El Congreso de los Diputados debatió ayer sobre dos asuntos fundamentales para el futuro inmediato de España, el final del estado de alarma y el Plan de Recuperación.
Pero lo hizo en el clima de áspero enfrentamiento que se ha convertido en habitual en la política española. Para que tanto la desescalada sanitaria como los proyectos de reestructuración económica puedan afrontarse con garantías de éxito, sería conveniente que los principales partidos decidiesen encauzar sus diferencias de modo más constructivo.
Aunque el Gobierno lo niegue, el final del estado de alarma va a menoscabar la cobertura legal para mantener o establecer restricciones que pueden seguir siendo necesarias, aunque confiemos en que cada vez menos, después del 9 de mayo. Sin un nuevo estado de alarma las comunidades autónomas tendrán que requerir el visto bueno de los tribunales, y el resultado puede ser azaroso y aumentar la dispersión y la incertidumbre. En cuanto al Plan para la Recuperación Económica se mantienen también muchas incógnitas, a pesar de que Sánchez haya hecho reiteradas presentaciones del mismo. Es cierto que la llegada de esos fondos europeos puede dar un impulso trascendental a la modernización de la estructura productiva española, pero no hay que olvidar que su aprobación en Bruselas depende de la aplicación de reformas importantes en los ámbitos laboral, de las pensiones y fiscal. Reformas que el Gobierno todavía no ha plasmado en textos legales y que tienen que llevarse a cabo pensando en el largo plazo y requerirán por tanto algún grado de colaboración y de acuerdo entre los principales partidos, el PSOE y el PP.
En uno y en otro asunto, lo que es seguro es que el debate de ayer, bronco y electoralista, no aportó claridad a los españoles. La mayoría de los ciudadanos siguen esperando que los dirigentes políticos conecten con sus preocupaciones y empiecen a trabajar juntos por el bien de todos.
