Ejemplaridad pública

Las infantas Elena y Cristina de Borbón, en octubre de 2015
'Ejemplaridad pública'
J. J. Guillén Mesa/EFE

Opino que quien representa al Estado, incluido, desde luego, el funcionariado, tiene la obligación moral de usar preferentemente la sanidad pública. 

Por ejemplaridad y como incentivo para ofrecer servicios de calidad. Por supuesto, someto esta concepción a mejor consideración y, sobre todo, al superior principio democrático por el que cabe defender y votar lo contrario. Si ahora hago expresa mi posición, es para explicar por qué me pareció un error que las hermanas del Rey se vacunaran contra la covid en el extranjero, habiendo, además, una larga fila en la que espera la población española.

Debido a lo anterior, no comparto que se trivializara dicho comportamiento, situándolo en la mera esfera privada, argumento al que recurrieron columnistas con los que suelo coincidir, como Fernando Savater e Ignacio Vidal-Folch. A la vez, sin embargo, en buena medida, por lo que tiene de escarnio individualizado, menos comparto aún el escándalo que se quiso montar de lo que a mi juicio fue una torpeza, por más que esta pudiera responder a una determinada mentalidad política e institucional.

En todo caso, pienso que la Casa Real sí entendió muy bien el asunto y reaccionó del mejor modo posible, propiciando que la reina doña Sofía se vacunara cuando le llegó su turno, estrenándose como paciente en un centro de salud. En general, si la familia del Jefe del Estado fuera usuaria de la Seguridad Social y, además, se formara en la educación pública, como en su día hizo el propio Felipe VI, a la disconformidad con el principio monárquico le faltaría algo esencial. Manías de uno.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión