El lunes empezamos otra vez
En esta sociedad de tantísima información cada día tengo más preguntas y menos respuestas. El principio de Ockham dice que «la explicación más simple y suficiente es la más probable». Pero a veces es duro aceptar esta máxima.
El Gobierno ha publicado esta semana una ley en el BOE para convertir las mascarillas en una profilaxis obligatoria estés donde estés y caiga quien caiga. Consecuencia: cabreo mayúsculo, incomprensión y, en algunos casos, rebeldía. A las 24 horas, el Ejecutivo dice que tiene que buscar un sistema para corregir la norma porque es obsoleta. Una ley que se presenta bajo esta máxima: «De medidas urgentes de prevención, contención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por la covid». La respuesta más sencilla es que muchas luces no hay detrás de esa norma.
Otro fenómeno que no alcanzo a comprender es el intrincado sistema para organizar la vacunación de la población. ¿A qué responde el desorden y la insistencia permanente en unas promesas que no encuentran encaje en los hechos? ¿Por qué la descompensación en el ritmo de vacunación que vive España respecto a otros países? ¿Qué le ha pasado a la mejor sanidad del mundo? Me temo que si está aquí no permiten que se muestre.
Y mientras Alemania y Francia se vuelven a blindar para impedir un nuevo desastre, nosotros cerramos los ojos por vacaciones. El lunes ya contaremos contagios y muertos. Y volveremos a empezar.