Director de HERALDO DE ARAGÓN

Sujetos por el frentismo

Opinión
La confrontación de los extremos amenaza con atacar directamente la convivencia.
Viticor

Tan acusada como fue en el pasado la atracción despertada por el bipartidismo es la actual tendencia hacia la polarización. Resumida en la búsqueda de la confrontación de los extremos actúa como la mejor fórmula de la expresión del descontento. El voto se ha convertido en una respuesta rabiosa, en una malhumorada herramienta de castigo que no atiende a ningún itinerario ideológico concreto y que solo busca definirse chocando. Desde las batallas culturales presentes en la nueva política a la pelea por la hegemonía electoral, el enfrentamiento alejado de los matices está logrando imponerse. Alerta el presidente Javier Lambán de los riesgos del frentismo en la vida política nacional mientras advierte –en la entrevista que hoy publica HERALDO– de una deriva que nos aleja del pacto y que enarbola reclamos y consignas de un pasado que se pensaba superado.

El presidente aragonés se apoya en los muchos ejemplos que acumula la historia para explicar los males y riesgos que surgen cuando se maltrata la convivencia o se hiere la democracia e insiste en el papel jugado por socialistas, liberales y conservadores –antes democratacristianos– en la gobernanza y construcción de Europa. Parece que quisiera lanzar un salvavidas que justifique la existencia de Ciudadanos, un partido que creyéndose en el punto medio ha protagonizado un inesperado tránsito del centroderecha al centroizquierda sin reparar dónde se encontraban sus votantes.

Las encuestas no son generosas con los naranjas. Tampoco ha existido en España una tradición liberal. En Aragón, un estudio de A+M confirma que más de la mitad de los votantes de Ciudadanos se muestran en claro desacuerdo con el giro emprendido por Inés Arrimadas. Un movimiento que en la cabeza de la líder naranja se visualizó ceñido a la región de Murcia y que ha terminado por desatar una inesperada tormenta nacional. No conocer al electorado es un error, pero no alcanzar a explicar qué es lo que se pretende es uno de los mayores fallos que puede cometerse en política.

El mal de Ciudadanos, el que habla del desconcierto de sus votantes, no es potestativo de los naranjas y afecta por igual a Podemos y a la decisión de Pablo Iglesias de abandonar la vicepresidencia del Gobierno para convertirse en candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Nuevamente, más de la mitad de sus votantes aragoneses no entienden un movimiento que por extraño confirma una progresiva fuga del voto morado hacia otras formaciones. El viaje emprendido por Podemos y que comenzó con el 15-M muestra signos de cansancio. Podemos, a tenor de la demoscopia, pelea ahora por el mismo espacio que siempre tuvo Izquierda Unida.

En la Comunidad de Madrid, las primeras encuestas de intención de voto señalan que el ‘efecto Iglesias’ se ha convertido en el mejor aliado de la popular Isabel Díaz Ayuso. El salto a la arena autonómica del líder de Podemos, que siendo todavía vicepresidente del Gobierno no tiene inconveniente en cargar contra su socio Pedro Sánchez, ha activado un voto útil que engrandece a Díaz Ayuso. Es, nuevamente, el frentismo en forma de tabla de salvación personal. Podemos mejora ligeramente sus expectativas gracias a un populismo burdo y ramplón que agita una campaña que Iglesias quiere convertir en contienda nacional. Disfruta también Díaz Ayuso con este vaivén, apoyada como se encuentra con un pie en el PP y con otro en Vox, confirmando que la pelea desde las esquinas del tablero se convierte en garantía de supervivencia.

miturbe@heraldo.es

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