El discurso de Lambán

Opinión
'El discurso de Lambán'
Heraldo

El pasado 12 de marzo, en el acto de investidura del rector, el presidente de nuestro país, de Aragón, Javier Lambán hizo uno de los discursos más cálidos con la Universidad de Zaragoza de las últimas décadas. En realidad, posiblemente el más optimista de los pronunciados respecto de nuestra institución.

Lambán, que no es Demóstenes, ni Cicerón, estuvo bien. Tras los elogios, administró lo que cualquier rector quiere oír: "No le va a faltar a la universidad apoyo". Pero deslizó un detalle sutil: "No le va a faltar el propósito decidido de estar a la altura de vuestros merecimientos". Esto no es baladí teniendo en cuenta que merecer significa ‘hacerse digno de premio o de castigo’. Y siguió, "desde luego ese propósito se va a convertir en compromiso seguro para que tengáis éxito, a partir de la absoluta convicción por nuestra parte de que vuestro éxito es el nuestro". Pese a la alambicada sintaxis, por un lado, mostró una refrescante empatía institucional a la par que una búsqueda de unidad para salir del infortunio de estos tiempos. Bien. Pero, por otro lado, ¿es una llamada a una mayor afección y dedicación incondicional a los objetivos de su gobierno? ¿O avisa de que el conocimiento, la investigación y la crítica no han de cuestionar al poder instituido? No se sabe, habrá que ver.

Siguió reconociendo "el privilegio de gobernar en Aragón" y destacó a la consejera María Eugenia Díaz. Lo hizo tras ensalzar a las mujeres de nuestra ‘alma mater’. Recordó que se cumplen 40 años de la muerte de María Moliner. Y se sumó a la ola de aplausos a Irene Vallejo. Dejó claro que es un apasionado defensor de las humanidades y de la lectura. El elogio a Maru Díaz tampoco parecía casual. Loando a la consejera de ‘otro partido’ de su coalición, mandaba un mensaje de estabilidad y rechazaba las críticas que ésta ha recibido en los mentideros universitarios, por su inexperiencia, errores e ineficiente gestión de parte de su equipo. Al recalcar la inteligencia política de la consejera introdujo "el reto fundamental": Lambán a su manera promete "en el plazo de años más breve posible alcanzar la financiación del gasto ordinario de la universidad equiparándolo al que el gobierno de Aragón propicia las enseñanzas obligatorias que son de su incumbencia". Y eso suena bien, más si la gestión propia es eficiente y si los resultados y rendición de cuentas funcionan.

El presidente de la Comunidad ha aprovechado el acto de investidura del rector de
la Universidad de Zaragoza para situar a nuestra sociedad ante la encrucijada
de "o un proyecto nacional de éxito o sumirnos en la parálisis"

Volvió a otra fase zalamera diciendo "estamos absolutamente en sintonía con vosotros en lo que se refiere a los fondos europeos". Lambán quiso terminar su alocución "con una reflexión" sobre lo que nos toca vivir. Y tras su diagnóstico situó a nuestra sociedad ante la encrucijada de "o un proyecto nacional de éxito o sumirnos en la parálisis". Y ahí interpeló a la clase política para ser parte de la solución. En ese mismo hilo dijo que el éxito como país pasa por la universidad "por dos razones fundamentales: una porque es la provisora de saber y otra porque es la provisora de los líderes que necesitamos". Nos describió "como factoría por excelencia del saber", que ha de universalizar el acceso, "porque es absolutamente imprescindible que no despilfarremos ni un gramo del talento que atesora nuestra sociedad". Ahí estaba el que fue alcalde ejeano diciendo que "el talento puede encontrarse en cualquier lugar en cualquier clase social y es nuestra obligación facilitar marcos de igualdad de oportunidades que hagan posible que estalle pletórico y que haga de nuestra comunidad autónoma una comunidad que brille en España y en el mundo".

Cuán lejos queda Lambán de aquel conde de Sástago que, en su día, se opuso al establecimiento de la Universidad diciendo que "lo que hace falta a Aragón es gente que labre los campos, gente que sirva a los ricos, gente que haga calzas y zapatos. Gente que sepa, ¿para qué? No se logrará sino aumentar los vagos, crear viciosos, despoblar más los campos y extender la miseria; demasiado saben ya para que se les facilite saber más". Estamos en el siglo XXI. Lambán está siendo un líder cabal, quizá porque tiene retos personales más difíciles y sabe qué es lo importante. Ojalá nuestro rector esté a su altura y los universitarios también.

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