Reajuste del Gobierno
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias mantuvieron ayer una reunión, tras el anuncio por parte del vicepresidente segundo de que abandona el Gobierno para concurrir en los comicios madrileños del 4 de mayo. Ambos pactaron los cambios que deben acometerse tras la salida del líder morado. No obstante, corresponde al presidente del Ejecutivo la tarea de lograr un eficaz equilibrio de poderes. Por ello es acertado que la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no ocupe el mismo sillón que el líder morado, sino que sea Nadia Calviño quien ascienda a ser vicepresidenta segunda. La crisis de Gobierno a la que aboca la marcha de Iglesias debe aprovecharse para dotar al Gabinete de mucha mayor eficiencia y coherencia.
España atraviesa una etapa de agitación y su tablero político va encadenando seísmos. Pablo Iglesias ha pujado fuerte, pero su intento de reunificar a la izquierda madrileña, más allá del PSOE, encalla por los lógicos recelos de Íñigo Errejón (Más Madrid), que ha rechazado la propuesta de Podemos de concurrir en una candidatura unitaria. Se adivinan todavía muchos más vaivenes y sorpresas de aquí al 4 de mayo.
Donde es necesario evitar más inestabilidad es en el Gobierno. La presencia de Iglesias ha sido causa de profunda inconsistencia o directamente de despropósitos, como considerar a Puigdemont un exiliado comparable a los que huían de la dictadura. Su salida debe calmar las aguas dentro del Ejecutivo. Su sucesora, Yolanda Díaz, se ha ganado buena fama por su capacidad para llegar a acuerdos con patronal y sindicatos. Este perfil dialogante será muy útil para negociar relevantes decisiones que están pendientes: futuro de los ERTE, ayudas a las empresas, pensiones, reforma laboral o impuestos. De cualquier modo, es lógico que sea Calviño, que goza de gran prestigio en Bruselas, quien siga liderando la política económica.
