Por
  • Francisco Bono Ríos

El nuevo desorden mundial

FILE PHOTO: U.S. Dollar and China Yuan notes are seen in this picture illustration June 2, 2017. REUTERS/Thomas White/Illustration/File Photo [[[REUTERS VOCENTO]]] USA-TRADE/CHINA-CURRENCY
'El nuevo desorden mundial'
Reuters

Si algo ha caracterizado a las relaciones internacionales es la práctica inexistencia de escrúpulos; prima el interés de cada país por encima de cualquier consideración ética. Se han creado a lo largo de la historia numerosas instituciones, que aun sin negarles alguna virtualidad, poco han conseguido frente a las intenciones de las potencias con mayor capacidad económica o militar en cada momento.

Los relevos en el poder de los diferentes imperios y naciones a lo largo de la historia se han producido como consecuencia de algún hecho trascendental o de alguna crisis que ha removido los cimientos previos. Tenemos los ejemplos, entre otros, del descubrimiento de América, de la revolución industrial surgida en Inglaterra o, más reciente, de las dos guerras mundiales que otorgaron a Estados Unidos el liderazgo mundial en todos los órdenes. Sin olvidar la creación de la Unión Europea, un hito fundamental para nuestro propio devenir.

Nos hallamos ahora ante los efectos devastadores de una nueva guerra, aunque esta sea de carácter sanitario, cuyo desenlace va a consolidar profundos cambios en dos tipos de ámbitos: el geoestratégico, por un lado, y el de la escala de valores, por otro. Y digo consolidar, y no crear, porque esos cambios ya vienen despuntando desde hace tiempo.

Por lo que respecta al ámbito geoestratégico, parece claro que es China la potencia que, con toda probabilidad, va a ostentar la hegemonía de la economía mundial en los próximos decenios. Un liderazgo que compartirá, desde luego, con Estados Unidos y en cuyo sistema planetario convivirán Rusia, Japón y la Unión Europea a modo de satélites principales, y el resto del mundo formado por otros pequeños satélites de incierto porvenir.

Desde luego, hay opiniones que matizan mucho ese liderazgo de China, dado que su rápido ascenso económico se ha hecho sobre unas bases bastante discutibles, que pilotan sobre un sistema político autoritario y carente de las libertades más elementales. La brutal competencia de sus productos con bajos precios tiene como origen no tanto una gestión eficaz sino unos costes salariales de hambre y unos parámetros empresariales muy peculiares. Existen además graves desigualdades internas y dudas incipientes sobre la estabilidad de que hacen gala.

Por otra parte, las empresas de todo el mundo deben replantearse seriamente sus cadenas de suministros y el riesgo que supone la falta de diversificación geográfica y una distancia física alta con respecto al parque de proveedores. El reciente parón de la planta de Figueruelas por falta de componentes es todo un indicio.

Pero, junto a todo lo anterior, hay otros escenarios que no deberían pasarnos desapercibidos, con la peculiaridad de que no son nuevos sino que se vienen gestando desde hace tiempo. Me refiero a la desaparición casi total de los criterios éticos en las relaciones internacionales, cuya evidencia se ha acentuado en esta crisis que nos invade, con muchos ejemplos conocidos.

En un sentido más global, no deja de sorprender que China ocupe un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, lo que dice poco a favor de esta Organización así como de sus países miembros... "poderoso caballero es don dinero"... Y podrían añadirse multitud de casos relacionados con la manipulación de las redes sociales con fines inconfesables o la apropiación indiscriminada de datos personales sin ningún tipo de control.

Y como ejemplo más cercano, en el seno de la UE y países cercanos, no podemos dejar de citar las sorprendentes actuaciones en los contratos de suministro de las vacunas anticovid. Aquí parece no haber reglas ni respeto a los compromisos adquiridos, todo ello ante el asombro de los ciudadanos que observamos todo este ‘circo’ con absoluta impotencia y con ninguna certeza sobre lo que realmente está ocurriendo.

Claro que todo este desorden quizás no preocupe tanto a nuestras empresas como lo que tienen que afrontar de inmediato para ordenar el galimatías organizado con las nuevas normas laborales y fiscales motivadas por la pandemia, pero esto es tema aparte. En fin, confiemos en la vacunación, porque todo lo demás...

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