Oasis o espejismo
Las vacunas por fin empiezan a dar las primeras alegrías. Los datos cantan cifras esperanzadoras: las bajas por enfermedad en los hospitales y residencias caen en picado en los centros donde ya se ha administrado la inyección al personal. Personas mayores que llevaban meses enclaustradas pueden salir del letargo y pasear al aire libre. Hay abuelos que han podido dar a sus nietos el abrazo retrasado durante un año. Hay indicios de que la fatiga pandémica que sufre buena parte de la población y a punto está de cruzarse con la astenia primaveral puede empezar a disolverse.
Está por ver si esa alentadora estampa es un oasis real lleno de agua y tierra fértil que permitirá superar la crisis sanitaria e iniciar la remontada económica, o bien se trata de un espejismo en medio del agónico desierto. Por un lado, el virólogo alemán Christian Drosten lanza un jarro de agua fría al prever que, debido a la relajación de las restricciones, una gran cantidad de personas se infectará en poco tiempo, sobre todo los jóvenes no inmunizados, lo que llenará las UCI y muchas personas morirán. Otros expertos dibujan un panorama más alentador, y aunque no ponen en duda que habrá una nueva ola que sumar a este mar de llanto, si se mantienen las medidas de prevención y se aumenta el ritmo de vacunación será posible atajarlo.
La clave está, una vez más, en ser capaces de adelantarse a los acontecimientos. Y ahora contamos con las armas que la ciencia ha puesto en manos de la sociedad para empuñarlas contra la pandemia.
Las vacunas por fin empiezan a dar las primeras alegrías… la pregunta es cuándo podremos empezar a celebrarlo.