El PSC de Salvador Illa ha ganado las elecciones autonómicas en Cataluña, pero con un empate con ERC a 33 diputados, y apenas un solo escaño más que Junts. Los candidatos socialista y republicano ya han anunciado su intención de presentarse a la investidura para presidir la Generalitat. No obstante, el control del Parlament sigue en manos independentistas, puesto que Esquerra, Junts y la CUP refuerzan la mayoría absoluta. ERC tiene la llave de la gobernabilidad, aunque los resultados electorales ofrecen varias salidas muy diferentes. Lo que está claro es que Cataluña tiene que dejar atrás la nefasta etapa anterior. Para empezar, hay que recuperar el respeto a la convivencia y al Estado de derecho. A continuación, se debe abandonar la dinámica con la que el secesionismo ha utilizado espuriamente la Generalitat. Ahora toca centrarse en resolver los problemas de los ciudadanos. 

Los resultados de las elecciones celebradas ayer describen un escenario complejo en el que convive la fidelidad del votante independentista con el efecto de la entrada en escena del exministro Illa como cabeza de lista del PSC, en un ambiente de participación a la baja. Las dos opciones más claras para gobernar son una posible mayoría independentista que configurarían ERC, Junts y la CUP u otra de izquierdas con ERC, PSC y comunes. De cualquier modo, los 33 diputados que obtiene Esquerra le ofrecen la posibilidad de liderar la Generalitat desde su posición más pragmática en lo que se refiere al soberanismo. El partido de Pere Aragonés y Oriol Junqueras puede elegir si quieren futuro o quieren seguir anclados en un pasado nefasto después de una legislatura estéril en la que las diferencias entre los dos socios independentistas del Govern han sido tan evidentes como las consecuencias de su desgobierno. Las urnas confirman también la entrada con fuerza de Vox en el Parlament, superando ampliamente al PP y a Ciudadanos, que pierde 30 escaños y se enfrenta a una profunda crisis de proyecto y liderazgo. También crecen los antisistema de la CUP.

A partir de ahora se abre un periodo de negociaciones en el que lo deseable es que Cataluña no quede en manos de minorías radicalizadas que no buscan más que continuar con el enfrentamiento. Es imprescindible superar el marco político anterior y esto requiere la búsqueda de puntos básicos de entendimiento entre formaciones si se quiere evitar el riesgo de que la comunidad siga siendo pasto del desgobierno y fuente de inestabilidad para España. El célebre ‘seny’ catalán obliga a abrir una etapa alejada del aventurismo anticonstitucional y concentrada en la atención a la crisis sanitaria y económica.