Trescientas palabras

Hay libros muy recomendables pero poco leídos; otros, ni siquiera se escribirán.
'Trescientas palabras'
HERALDO

Al llegar a lo que parecía un punto y aparte de la exposición, interrumpí al alumno, disculpándome, por supuesto, y le aclaré que me interesaba muchísimo su opinión, pero que el trabajo no iba de eso. A continuación, dirigiéndome a toda la clase, recordé que, conforme a lo que yo había indicado la semana anterior, y así figuraba también en la página digital de la asignatura, lo primero que había que hacer era una síntesis de unas trescientas palabras del primer capítulo de un determinado libro. De manera que, solo habiendo cumplido este objetivo, se podía pasar al siguiente, que consistía en identificar las dos ideas que a cada cual le hubieran interesado más de dicho capítulo. Y este sí que era el momento de que entraran en juego los criterios e incluso las opiniones personales, hasta el punto de que se podía defender que ninguna idea hubiera causado especial impresión.

Salí satisfecho de la sesión, sobre todo, porque, en general, el alumnado había hecho justo lo que se le había pedido. De mi desempeño, en cambio, no quedé tan contento. Por más que me repitiera el mantra de que mi obligación docente era enseñar que, antes de opinar de un asunto, es preciso estudiarlo bien, haber interrumpido al alumno empezó a producirme cierto resquemor académico y sentimental.

Pasa el tiempo y el dichoso malestar no se va. De hecho, empeoró radicalmente siete días después, cuando el alumno reconvenido, demostrando que había aprendido bien la lección, presentó una síntesis magnífica del siguiente capítulo del libro, con trescientas palabras exactas. Ni una más, ni una menos.

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