Por
  • Marisancho Menjón

Aragón, tenaz

Muros desnudos en la sala capitular a la espera del retorno de los frescos.
Muros desnudos en la sala capitular a la espera del retorno de los frescos.
Heraldo

Se dice de los aragoneses que somos tenaces y seguramente es cierto. De los muchos personajes relevantes que Aragón ha dado a la Historia en muy diversas disciplinas, del arte a la política y de la ciencia a las humanidades, se suele destacar su tenacidad, y de hecho es una cualidad indispensable para llevar a cabo cualquier proyecto importante, cualquier aspiración noble basada en la inteligencia y en el convencimiento profundo de que merece la pena seguir luchando hasta el final.

Esa determinación está siendo igualmente necesaria en la defensa del patrimonio artístico aragonés en litigio con las instituciones catalanas. Son ya décadas de pelea en todas las instancias, en tribunales civiles y eclesiásticos, para reivindicar la devolución de unos bienes artísticos retenidos en los museos de Barcelona y Lérida contra derecho. Siempre se nos ha dado la razón, sencillamente porque la razón está de nuestra parte.

El fallo del Tribunal Supremo del pasado día 13, sobre la reclamación de 97 piezas procedentes del Monasterio de Sijena que fueron vendidas ilícitamente a la Generalitat de Cataluña y al MNAC, ha sido también favorable a Aragón. Esos bienes, devueltos a Sijena en 2016 y 2017, ya pueden por fin descansar tranquilos en su casa, en el lugar que les dio origen y sentido. La sentencia se basa en un hecho fundamental en todo este litigio, y es que la priora del monasterio de Valldoreix, que fue quien efectuó las ventas, no tenía derecho a hacerlas porque los bienes no eran suyos. Se trata de una cuestión sustancial que invalida de raíz tales operaciones. El Monasterio de Sijena tenía, y tiene, personalidad jurídica propia, nunca se fusionó con ninguna otra comunidad y sigue siendo propietario de sus bienes.

En los diversos litigios que mantiene para recuperar sus bienes artísticos injustamente retenidos en Barcelona y Lérida, Aragón mantiene siempre la confianza en el Derecho y actúa con la tenacidad que se atribuye a las gentes de esta tierra

La sentencia rechaza de plano la documentación de la parte contraria, consistente en un simple escrito privado, fechado en 1971, por el que las monjas de Sijena decían que donaban todos sus bienes a la comunidad de Valldoreix. Ese escrito, que no fue oficializado en ningún modo, carece absolutamente de validez. Y el juez, en un análisis sabroso, llega a dejar en entredicho su propia autenticidad: si las monjas lo habían dado todo, se pregunta, ¿cómo es que al año siguiente, en 1972, la priora de Sijena actúa como dueña y señora de los bienes al depositar una parte de ellos en el Museo de Barcelona?

Quedan muchos puntos que aclarar aún en estas oscuras operaciones por las que la priora de Valldoreix dispuso de unos bienes que no eran suyos para obtener elevados ingresos aduciendo una difícil situación económica que jamás se enjugaba, ni con la venta de su anterior convento en Barcelona (una manzana entera en el barrio de Sarriá), ni con la de los bienes del cenobio aragonés. Las monjas de Sijena, por el contrario, habían mantenido su patrimonio. No recurrieron a venderlo en ningún momento durante los 25 años de abandono (por parte de las instituciones y del obispado de Lérida) que vivieron en su monasterio en ruinas, entre 1945 y 1970. ¿No lo vendieron para salvar su propia casa y lo donaron nada más llegar a Barcelona para pagar la construcción de un monasterio en Valldoreix? Pero todo esto es ya materia para los investigadores y no para los jueces, pues el litigio ha concluido.

Quedan, sin embargo, dos pleitos aún en activo referidos al patrimonio aragonés. Uno es el de las pinturas murales de Sijena, pendientes de una resolución del Supremo que previsiblemente no llegará hasta el año próximo o al siguiente; otro es el de los bienes de las parroquias del obispado de Barbastro, al que el Gobierno de Aragón ha prestado apoyo constante y que, tras obtener sentencia favorable en primera instancia, espera su retorno desde Lérida antes del 15 de febrero, en cumplimiento de una orden de ejecución provisional. Nada en estos contenciosos es fácil ni rápido, pero Aragón cuenta con dos firmes bastiones para seguir adelante sin reblar, dos cualidades que han identificado su personalidad en la Historia: la tenacidad y la confianza en el Derecho. Y, por supuesto, saber que nos asiste la razón.

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