Oscurecen lo claro, aclárase lo oscuro

Opinión
'Oscurecen lo claro, aclárase lo oscuro'
Heraldo

No caía en el porqué. Me agobia atender a las explicaciones de la ministra Montero (Cuadrado) tras los consejos de ministros o en cualquier comparecencia, en general, ya ejerza como portavoz del gabinete, ya como encargada de la Hacienda. No es por su deje andaluz, ni por la velocidad a la que se expresa, ni por la pronunciación deficiente, ni por sus errores léxicos. Todas ellas, aun juntas, no son circunstancias que puedan causar desazón mental a un veterano.

Oscurécese lo claro

Me ha costado aislar el factor que me produce hartazón psíquica, saturación mental: es la verbosidad. Verbosidad es la abundancia de palabras en el discurso, en la forma de decir para expresar los conceptos que se quieren comunicar, escogiendo y ordenando los términos utilizados. La verbosidad monterocuadrática es pródiga sobreabundancia, efusión irrestañable de palabras, es verborrea (voz formada por afinidad con diarrea, seborrea y otras de la familia) o verborragia (por analogía con hemorragia; o con blenorragia). Estos asertos son consecuencia de la observación metódica del fenómeno que, para mayor facilidad de análisis positivista (contar, pesar, medir), es recurrente y público. Les invito a comprobarlo con un par de casos, ambos sucedidos en martes.

CASO 1. ¿Por qué decir en doce palabras una cosa que puede expresarse en doce palabras? ¿Por qué conformarse con decir ‘Esto es lo más importante aprobado hoy en el Consejo de Ministros’?, ¿pudiéndose adornar la suerte con la frase "Y estas son las cuestiones más significativas que he podido señalar de lo que en el día de hoy ha sido el entorno del Consejo de Ministros"? ¿O es que acaso no valen más veintisiete palabras que una mísera docena?

CASO 2. El día 19 produjo este engendro, casi sin tomar aire: "Se trata, en primer lugar, de la revisión sobre los datos de contagio, los datos de la pandemia, en donde, como el ministro Illa ha ido declarando en los últimos días, estamos ante una situación preocupante que nos exige mantener la guardia alta y que cada uno de nosotros y nosotras adoptemos las medidas necesarias. De hecho, mañana miércoles vuelve a haber una reunión, como viene siendo habitual todas las semanas, con los responsables de las Comunidades Autónomas. Ellos van a tener la oportunidad de repasar los datos que venimos trabajando a lo largo de toda la pandemia, cómo la gobernanza se hace más fuerte, más resistente, y por tanto en ese ámbito abordaremos los elementos que las diferentes autoridades sanitarias quieran plantear para el análisis y para también la evaluación de todos aquellos que allí se sientan". (Respiren).

Los galimatías de la portavoz del Gobierno oscurecen lo que debiera estar claro

Son 138 palabras. Un flujo pródigo y barroquista que logra multiplicar por 3 lo que puede decirse en 46 palabras sin pérdida de sustancia. Así: ‘En el Consejo Interterritorial de Salud que preside el ministro Illa se actualizarán el miércoles los datos de la pandemia, como cada semana. Están presentes todos los consejeros de Sanidad, pues ello refuerza la gobernanza, conscientes de que no debemos bajar la guardia, institucional e individual’. Esto, claro, tiene la pega de que, sobre ser breve, se entiende a la primera.

Se comprende, pues, por qué un oyente atento (que oye y que escucha) acaba mentalmente derrengado: atiende a cada palabra de la ministra sin advertir, hasta el final de la perorata, que sobraban dos tercios del sermón. Y no puede zafarse si quiere averiguar qué quiere decir la señora. Quizá las ciencias que conectan lenguaje, conocimiento y psique tengan un nombre para este morbo. Montero oscurece cuanto dice.

Aclárase lo oscuro

Al contrario, sin que nadie lo aclare, ya se ha podido entender qué hace el alcalde filosófico Illa fungiendo como ministro sanitario: suplir a Iceta como presidenciable catalán, operación que arrancó sin virus a la vista. Esto enconará los celos entre separatistas, exacerbará el aldeanismo nacionalista y facilitará el plan final de instalar otro gobierno mixto en el Principado. Opino, con Ángel Garcés, que esto acrecerá los denuestos contra el acervo común de los españoles, incluida la lengua, en una estrategia que aúna a separatistas y soberanistas (los podemitas lo son) y en la que la siguiente y más valiosa pieza que cobrar es el rey.

Las decisiones sobre
la candidatura catalana de Illa aclaran lo que estaba oscuro

La táctica de la Moncloa –apunta Garcés– está siendo presentar a Felipe VI como a alguien controlado mediante "pulsiones ventrílocuas". Que el rey –y no solo la Corona– sea objeto de controversia y blandido por el Gobierno (y por la oposición en sus críticas a este) desgasta su función constitucional y lo hace asunto banderizo. El "ámbito de intangibilidad de la Corona" (nada que ver con la impunidad), según Garcés, debería también observarlo quien pretenda defenderla. Lo que acaso no haya comprendido del todo Pablo Casado.

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