La insoportable levedad de unas medidas

RUEDA DE PRENSA DE FERNANDO SIMÓN
'La insoportable levedad de unas medidas'.
FERNANDO VILLAR

Se ha publicado la normativa que piensa aplicar el Gobierno a la conducta de los españoles en las fiestas de Navidad, fruto de los acuerdos del Consejo Interterritorial de Salud, ese órgano que más parece una torre de Babel que un verdadero consejo de cogobernanza, ya que al final siempre queda abierta la puerta para que cada comunidad autónoma adopte por su cuenta otras medidas y cargue, en su caso, con las responsabilidades; cabe incluso que sea el Gobierno ‘motu proprio’ quien dicte aún nuevas normas en próximos días o que vuelva a reunirse a tomar nuevos acuerdos el citado Consejo Interterritorial.

Demasiada gente, demasiados criterios enfrentados, excesiva casuística, mucha imprecisión para organizar algo serio y suficientemente capaz de meter a los españoles en vereda, tan dados como somos a hacer de nuestra capa un sayo. Y un Gobierno pusilánime y con intenciones de quitarse de encima responsabilidades y cargar las culpas a los demás si algo sale mal. De ahí que me parezca insoportable la levedad de sus decisiones, por más que quieran envolverlas con el celofán ese de la palabrota cogobernanza.

Ante una situación como la que vivimos desde hace meses y que supone una grave amenaza a la salud pública e individual, que afecta a todo el territorio nacional, que arrastra a la economía y al empleo a una enorme catástrofe; ante una situación así, que contabiliza miles de muertos y pone en riesgo la misma sostenibilidad de nuestro sistema sanitario, entiendo que un gobierno responsable debiera tomar las riendas en su totalidad, al margen de remilgos autonómicos, por muy respetables que sean estos en situaciones de normalidad; pero estamos en otra cosa que eleva el nivel del control y de las decisiones y exige un mando único. Único, pero eficaz.

Y ahora se cruza la Navidad, con todo el arraigo popular y familiar de estas fiestas y el movimiento que lleva consigo en todos los órdenes. Y se trata de hacer compatible la pandemia con la tradición, los encuentros familiares, los viajes, la fiesta en general. Justo ahí aparecen los riesgos y es donde parece oportuno y necesario intervenir. Y ahí la autoridad debiera ser clara y contundente. No puede decir el señor Simón que una cierta relajación de las normas es una "concesión" a las fiestas de Navidad. Eso es levedad, insoportable e inaceptable levedad. No, señor Simón, no puede haber concesiones.

Durante todo este largo periodo que estamos viviendo se han suprimido muchas cosas, muchas costumbres, muchas fiestas, muchos espectáculos, muchas ilusiones. Ha habido que endurecerse con las renuncias y las ausencias. ¿Por qué no hacer también ahora un paréntesis y olvidarnos por este año de celebrar las navidades al modo tradicional? La coexistencia del virus con la fiesta es gravemente peligrosa, como advierten círculos médicos, y podría dar lugar a una nueva ola de consecuencias incalculables.

Un gobierno ha de hablar claro a sus ciudadanos, especialmente en circunstancias excepcionales. Y ha de ser también valiente cuando se trata de enviar mensajes duros y exigentes. Y si la recomendación debe ser que nos olvidemos de la Navidad y sus fastos, dígase sin ambages ni medias palabras, sin refugiarse en la indecisión o en la cobardía, en la ambigüedad, en la levedad insoportable. O en el miedo. Hay que evitar la confusión a los ciudadanos, no trasladarles incertidumbre, demostrarles que se gobierna con justicia, proporcionalidad y prudencia.

Por todo ello, a mí todas esas medidas me parecen bastante inadecuadas, inútiles y peligrosas. Propias de un gobierno leve.

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