Un buen ejemplo

Un gran futbolista no es necesariamente un buen ejemplo para los jóvenes.
Un gran futbolista no es necesariamente un buen ejemplo para los jóvenes.
POL

A pesar de llevar unos años fuera de las aulas no puedo olvidarlas y, sobre todo, me resulta imposible no recordar lo que en ellas he enseñado. A lo largo de mi vida académica he debatido una cuantas veces sobre quiénes eran para los alumnos los modelos a quienes querrían parecerse. Como no soy una gran admiradora del fútbol, siempre discrepábamos cuando para ellos, no para ellas, eran modelos los grandes futbolistas y siempre intentaba introducir otras profesiones. Desgraciadamente me rebatían en base a sus ganancias, pues ellos a la postre querían ser millonarios.

Al leer cómo se ha reflejado en los medios de comunicación la muerte de Maradona lo he vuelto a recordar. Y me pregunto qué tipo de valores tiene nuestra sociedad para mitificar y convertir en santo a una persona que no lo fue. No discutiré que fuera un gran futbolista pero en modo alguno creo que podamos compartir su modo de vida. Me resulta perturbador que una persona con graves desequilibrios psicológicos haya concitado sentimientos de duelo y pasión tan intensos. Me gustan deportistas de vida sana y comportamiento exquisito que sirvan de ejemplo, de modelo a los jóvenes, que ejemplifiquen los valores de salud, austeridad y disciplina, pero desgraciadamente hemos convertido en divinidad mundial a un drogadicto, un infiel, un camorrista, un malgastador.

Me ha escandalizado por la idolatría que en todo el mundo suscita la muerte del goleador, pues se contrapone con mi visión del mundo basada en la cultura del esfuerzo, la buena educación y el mérito. Asumo que en la época que estamos viviendo existen modelos vitales diferentes, el modelo virtuoso debe compartir protagonismo con el modelo excremental. Mi preocupación se agrava por la dificultad de proponer valores sociales. Se ha aplaudido y convertido en héroe a una persona que no lo era. Solo era un buen futbolista. Para ello se ha pasado por encima de sus miserias pues parece que lo realmente importante es su arte futbolístico y no sus excesos personales. Me inquieta la posibilidad de seguir contemplando más casos y reconocer que mis alumnos llevaban razón.

No es fácil el momento en que estamos viviendo. Podemos considerar que se está produciendo una crisis fundamental de valores, que a su vez nos lleva a pensar en la carencia de un liderazgo moral en todos los niveles y dimensiones del quehacer humano, sean estos sociales, económicos o políticos.

Cada vez creo más en Albert Einstein cuando señalaba: «Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás: es la única manera». No sé si Paula Dapena conoce la frase anterior, pero con su ejemplo nos dio una lección de cuáles son sus valores. En el minuto de silencio que se guardó en memoria de Maradona antes del amistoso entre el Deportivo Abanca y el Viajes Interrías, ella decidió dar la espalda y sentarse en el suelo. «Me enteré de que había que hacer el minuto de silencio cuando íbamos en el bus al campo. En ese momento ya dije que no lo iba a hacer. Ya en el campo, lo primero que se me pasó por la cabeza fue sentarme en el suelo y dar la espalda». Sus compañeras la miraban, «ellas no creían que fuese capaz de hacerlo y al final tampoco supieron cómo reaccionar», recuerda. Hasta el técnico Manu Sánchez se acercó a ella en el descanso para preguntarle por qué lo había hecho «y me felicitó por el gesto».

La imagen corrió como la pólvora y las redes sociales de Dapena comenzaron a echar humo. En un principio todo fueron mensajes de apoyo y cariño, pero cuando la imagen cruzó el charco y llegó a Argentina la cosa cambió. «Se duplicaron los mensajes de odio y amenazas de muerte. Me dijeron que iban a buscar mi dirección para venir a partirme las piernas», relata Paula. También sus amigas y compañeras de equipo fueron objeto de amenazas. De nuevo, utilización de redes sociales para atacar al disidente y sembrar odio.

Para mí fue un gesto inspirado y valiente que la jugadora decidió sola, pues, como ella ha señalado, la vida personal del jugador va contra sus ideales. Ella no ha querido restarle ningún mérito deportivo, evidentemente, al futbolista argentino. Pero su gesto tiene un significado muy importante: alumnos, deportistas, aficionados, debéis saber que para ser jugador hay que ser persona. Esta frase me recordó a Kant cuando defendía que lo propio del hombre es aprender de otros hombres, ser enseñado por ellos. La principal asignatura que enseñan los hombres unos a otros es en qué consiste ser hombre, y Paula añade, o mujer.

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