Responsabilidad personal

Este largo puente festivo, antesala de las celebraciones navideñas, está dejando diversas escenas donde la irresponsabilidad personal parece imponerse por encima de los comportamientos cívicos. En el control de la pandemia tienen mucho que ver las actitudes individuales y la conciencia colectiva. La larga y dolorosa experiencia adquirida a lo largo de estos meses confirma que la restricción de la movilidad es sinónimo de un descenso en el número de contagios. El esfuerzo por doblegar la curva de la enfermedad permitirá el disfrute de una Navidad atípica, pero también descubrirá el principio de la la finalización de una pandemia que ha ocasionado un dramático balance de fallecidos.

Aún resta un largo camino hasta que podamos asegurar que se ha superado la pandemia. La covid-19 se muestra implacable en su voluntad de contagio y siempre dispuesta a una rápida propagación. Los descuidos, el cansancio y hasta la euforia propia de estas fechas actúan como aceleradores de la extensión del virus. Por ello conviene recordar la imprescindible convivencia con la prudencia y el cuidado extremo. Nuestra actitud responsable es la mejor protección frente a la enfermedad, al igual que el criterio de limitación de movimientos, siempre doloroso y triste por la renuncia que implica, pero con seguros resultados. Conviene no ignorar que aunque la llegada de las vacunas es una certeza, aún estamos muy lejos de lograr una inmunidad colectiva, por lo que nuestra colaboración más solidaria es aquella que pasa por el estricto cumplimiento de las recomendaciones y las normas sanitarias. En Aragón vamos camino de superar la tercera ola de la enfermedad, de consecuencias tan graves y dramáticas como la registrada en primavera, por lo que si no queremos caer en una cuarta deberemos actuar con la máxima responsabilidad.