Por
  • José María Serrano Sanz

Unizar

Opinión
'Unizar'
Heraldo

No estudié en la Universidad de Zaragoza, porque cuando empecé mi carrera no había aquí Económicas, así que no tengo la suerte que tuvo Santiago Ramón y Cajal. Pero en el pasado mes de octubre he cumplido 43 años como profesor en ella, pasando por todos los escalones de la profesión, de modo que no solo es mi Universidad, sino que me siento profundamente identificado con su historia y comprometido con su destino.

Se ha convenido que su historia comienza en 1542, de modo que está cerca de cumplir cinco siglos, aunque es de notar que su primer historiador y tres veces rector, Gerónimo Borao, argumentaba que la verdadera fecha fundacional era 1474. En todo caso, es una de las instituciones más antiguas de Aragón y de las más vitales, con sus 39.000 estudiantes. También, de las que más lejos proyectan su nombre, cada vez que un profesor publica una investigación con impacto o un egresado obtiene éxito profesional. Es para sentirse orgulloso, claro, pero el mundo de las instituciones académicas está cambiando a gran velocidad y no basta con vivir de la historia. Alcanzar la máxima calidad en la investigación y la docencia es irrenunciable para no sumirse en la irrelevancia, pero obliga de forma exigente a cuantos participan en ella: profesores, personal de administración y servicios, estudiantes, instituciones públicas que la financian o empresas que se benefician de su formación. ¡Larga vida a la Universidad de Zaragoza!

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