Por
  • Jesús Santamaría Ramiro

La candidatura ‘elitista’

Jesús Santamaría, catedrático y subdirector del INA, coordina el proyecto Cosmic.
Jesús Santamaría
Guillermo Mestre

Mucho antes de que comenzase la campaña o de hacer público el primer documento de nuestro programa, ya hubo quien nos etiquetó de candidatura elitista, acusándonos de "poner el foco en la excelencia". Como si la excelencia fuese algo malo.

Empecemos por confesarnos culpables. Es cierto, nuestro objetivo es conseguir la excelencia. En docencia, en investigación, en administración y servicios. Peor todavía: creemos que hacer las cosas lo mejor posible es nuestra obligación, como universidad pública que se financia con los impuestos de todos. Por eso nos atrevemos a plantear objetivos tan ‘elitistas’ como colocar a nuestra universidad entre las 250 mejores del mundo, que la empleabilidad de nuestros egresados esté a la cabeza de las universidades españolas o que estudiantes de otras regiones y países quieran venir a Aragón, atraídos por la calidad de nuestra formación y de la vida universitaria que ofrecemos.

¿Quién podría no estar de acuerdo con objetivos como estos? El problema de plantear metas ambiciosas es que nos obliga a dejar de ignorar problemas que llevan mucho tiempo con nosotros. Hablamos de planes de estudio anquilosados, de incapacidad para captar talento, de burocracia asfixiante, de endogamia, de vivir de espaldas a tendencias emergentes como el aprendizaje ‘on line’, con más de 110 millones de estudiantes en todo el mundo… Estos problemas no son irresolubles, pero para enfrentarlos deben darse dos condiciones. La primera es planificación. Por increíble que parezca en una organización de nuestro tamaño y complejidad, no tenemos un plan estratégico. Eso nos lastra extraordinariamente y por eso nuestra primera acción, si obtenemos la confianza de la comunidad universitaria, será una re-flexión estratégica que nos permita conocernos en profundidad, decidir dónde queremos ir y trazar el camino para los próximos años. La segunda condición es una comunidad participativa y motivada. El desánimo que tantos nos han manifestado a lo largo de esta campaña es letal si realmente queremos transformar la universidad. Un desánimo con origen en el ‘da igual lo que te esfuerces, la universidad no te lo reconoce’. Esto debe cambiar radicalmente, y por eso evaluar y reconocer el trabajo bien hecho ocupa un papel central en nuestro programa. No da lo mismo esforzarse que no hacerlo. Nunca más.

Es el momento de elegir. Podemos seguir ignorando la realidad, decir que todo está bien, que hacemos lo que podemos. O podemos decidir que es hora de mirar de frente los problemas e introducir por fin reformas auténticas que culminen en una universidad diferente y mejor para todos sus miembros –estudiantes, profesores y personal de administración y servicios–, con beneficios indiscutibles para el conjunto de Aragón. Los programas de las cuatro candidaturas son públicos y para quien los analice resultará obvio que el de Proyecto Unizar se distingue por su claridad, la ambición de sus propuestas y su firme voluntad de transformar la universidad. No somos ingenuos, ni desdeñamos las dificultades que vamos a encontrar. Pero sabemos que gran parte de lo que se necesita depende de nosotros mismos.

Nos hemos permitido soñar e imaginar qué ocurriría si realmente apostamos por un cambio en nuestra universidad. El documento ‘30 para el 30’ publicado en nuestra web ilustra en 30 instantáneas cómo podría ser Unizar dentro de 10 años. Una realidad ilusionante, que está a nuestro alcance. Pongámonos en camino. No podemos permitirnos cuatro años más de inacción y autocomplacencia. Otra universidad es posible. Claro que sí.

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