ETA y la memoria

Opinión
'ETA y la memoria'
Carlos Moncín (1997)

Según Carl Sagan, tenemos la capacidad de almacenar en nuestra mente información equivalente a la de 10 billones de páginas de enciclopedia. La complejidad del cerebro, todavía muy lejos de ser explorada, hace que retengamos unos recuerdos con total nitidez y que arrinconemos o destruyamos los que consideramos inútiles o molestos.

Circula por internet el vídeo de la anciana bailarina que responde a los acordes de ‘El lago de los cisnes’ con el instintivo, maravilloso movimiento de sus brazos desde su silla de ruedas, desde la niebla de su alzhéimer.

La memoria emerge poderosamente, tiene vida propia, estos días en que quienes fueron terroristas o cómplices activos de ETA quieren borrar un pasado terrible. A su manera. Porque siguen homenajeando a los etarras, en un espectáculo hiriente y antidemocrático contra el que acaba de pronunciarse el Parlamento Europeo. El informe aprobado por la Comisión de Libertades Civiles, Justicia e Interior de la Eurocámara pide que las instituciones –locales, autonómicas o estatales– tomen las medidas para evitar este tipo de actos ofensivos, que se duplicaron en 2019 respecto de 2018 y que superan con creces el centenar. Europa ha dicho algo de puro sentido común: que se ponga coto a "una nueva victimización posterior, derivada de humillaciones y ataques a la imagen de las víctimas por parte de sectores sociales relacionados con el agresor".

La memoria es una piedra incómoda en el camino de los intereses creados. Pero actúa como un testigo de cargo indestructible y eficaz.

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