Por
  • Pedro Rújula

Sentimentalidad

Santiago Abascal durante el debate de la moción de censura de Vox.
Santiago Abascal durante el debate de la moción de censura de Vox.
E. P.

Sesión del Congreso de los Diputados. Moción de censura impulsada por Vox. El candidato a la presidencia del gobierno, emocionado y algo nervioso, vacilante, visiblemente descolocado, inicia su replica a la intervención del líder del Partido Popular. Verbaliza su perplejidad por una intervención cuya crítica interpreta como un ataque en términos personales. La escena está manifiestamente cargada de sentimiento, incluso de dolor expresado hacia el amigo que decepciona, que no ha estado a la altura de las circunstancias. La tribuna es pública, la condición de los que discuten es de representantes, pero la interlocución, en este momento adquiere un tono íntimo, casi confidencial, despojado de la retórica y la distancia que imponen las formas parlamentarias. ¿Estamos asistiendo a un excepcional momento de sentimentalidad en medio del encorsetamiento de la vida pública?

En realidad no. La sentimentalidad es un elemento muy presente en la vida pública, aunque pocas veces se muestre tan a las claras como en este caso. De hecho el partido que presentaba la moción de censura sitúa una de sus principales claves de ascenso en su capacidad para conectar con la sentimentalidad de su electorado identificando espacios de sombra, viejos temores, reverberaciones culturales y estéticas de autoridad. Aunque, extrañamente, esta sentimentalidad no parece alcanzar a sus propuestas sobre la emigración, la violencia de género, el espíritu europeo, los derechos de los animales o la memoria.

Pedro Rújula es profesor de Historia Contemporánea (Unizar)

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