Las ucis de los hospitales aragoneses llevan meses trabajando a un ritmo excesivamente acelerado y agotador para los profesionales que las atienden, para conseguir asistir, muy cerca del punto de saturación, a los pacientes con covid o en cualquier otra situación grave que precisan ese servicio. O frenamos entre todos, con disciplina y responsabilidad, la progresión de los contagios o está cerca el momento en el que el sistema podría desbordarse.

El sistema sanitario es de nuevo el punto crítico de la lucha contra la covid. Debemos tener muy presente que el aumento de las personas contagiadas, por más que una buena parte de los casos sean asintomáticos o leves, acaba traduciéndose en un incremento de los ingresos hospitalarios y, también, del número de pacientes que deben recibir cuidados intensivos. Es en las ucis, con frecuencia, donde se libra la batalla entre la vida y la muerte, y las de los hospitales aragoneses, como se refleja en el reportaje realizado por HERALDO en las del Clínico, llevan meses funcionando peligrosamente cerca del límite de su capacidad, a costa del sobreesfuerzo de los médicos, enfermeros y otros profesionales que las atienden. Los recursos sanitarios no pueden estirarse como el chicle. Hoy hay más medios materiales que al comienzo de la pandemia y las autoridades sanitarias deben hacer todo lo posible por incrementarlos. Pero la formación y la experiencia de los profesionales que atienden a pacientes críticos no pueden improvisarse; y, como advierte la DGA, tampoco es posible trasladar a los facultativos de manera imperativa. Los ciudadanos debemos ser conscientes de esta situación, que nos concierne a todos, porque si por falta de responsabilidad en el seguimiento de las normas de prevención seguimos aumentando la presión sobre los centros de salud y los hospitales, acabaremos desbordando la barrera que nos protege de las peores consecuencias de la covid.