Recuperar la confianza

Opinión
'Recuperar la confianza'
POL

El importante y esclarecedor informe de 2020 de la agencia de relaciones públicas y comunicación Edelman, que desde 2012 viene ofreciendo anualmente un ‘Barómetro de confianza’, señala que la covid-19 es la primera gran sacudida que experimenta el sistema en la nueva década. Además de haber desatado volatilidad en los mercados financieros e ira por las lentas o insuficientes respuestas de los gobiernos, el virus también ha puesto en evidencia la falta de confianza en nuestras instituciones. Pone de manifiesto que la naturaleza de la confianza ha cambiado. Hoy en día, dos atributos distintos infunden confianza: competencia (cumplir lo que se promete) y conducta ética (actuar con corrección y trabajar para mejorar la sociedad). Los datos de nuestro país ponen de manifiesto una pérdida de confianza en la gestión del Gobierno a la hora de luchar contra la pandemia. Ha habido un crecimiento de casi 9 puntos desde el pasado mes de mayo, según se desprende del barómetro del CIS. También se analiza cuál es la preferencia de los ciudadanos a la hora de liderar la respuesta ante la crisis sanitaria entre las diferentes administraciones. Por abrumadora mayoría (el 72,3%), los encuestados creen que Gobierno y autonomías deberían actuar en colaboración. El Informe Edelman señala que en este momento extraordinariamente difícil, las instituciones tienen el deber de ir más allá de las expectativas y restablecer la confianza pública. La mayor parte de la gente quiere volver a escuchar a los expertos, que últimamente han sido víctimas de desacreditaciones. Para recuperar la confianza los gobiernos tienen que demostrar su competencia a la hora de afrontar la crisis. Añade la necesidad de que los medios de comunicación actúen como árbitros objetivos de los hechos, las empresas ofrezcan los productos necesarios y suministrar información fiable y las ONG tienen que ayudar a desarrollar una vacuna y garantizar que se distribuya de forma justa. Terminan señalando que es el momento de que las instituciones trabajen mancomunadamente a fin de sentar los cimientos de una nueva era para la confianza.

Nuestro país necesita revertir los datos. En el barómetro de septiembre, el 56,8% mantiene una escasa o nula confianza en las políticas del Gobierno de coalición frente a la pandemia, mientras que el 31,6% sí que mantienen mucha o bastante confianza y solo el 7,4% considera regular esas políticas.

La democracia es la única forma de gobierno que requiere para su existencia
de la confianza de los ciudadanos.

Una lección parece clara: cabalgar la crisis sanitaria con el deseo de obtener réditos políticos a corto plazo conduce al desastre. La política del todo vale con tal de conseguir los fines que se persiguen y los escasos frenos morales de algunos de sus protagonistas explican esta pérdida progresiva de confianza.

Ahora que algunos denuncian los déficits de nuestra Transición, deberíamos reconocer también algunos de sus logros y éxitos, y de sus enseñanzas olvidadas. Quizá la más importante, el espíritu de consenso que la impulsó. No era sólo la voluntad de llegar a acuerdos, sino la forma en que se llegó a ellos evitando la agresión cainita, la imposición, la mentira o la deslealtad. Me preocupa que hoy, en nuestro país, vivamos malos tiempos para los principios y los valores, para una visión ilusionante de la política y de la democracia, para la ética pública.

La pandemia y su gestión han llevado al desencanto generalizado, a la huida en unos casos, al oportunismo en otros y al cinismo en casi todos, incluso a una cierta guerra de todos contra todos. Se utiliza frecuentemente la falacia o directamente la mentira, con una falta de respeto elemental hacia los ciudadanos, tratándonos como menores de edad, junto al abandono de los principios más elementales de honradez y honestidad, de transparencia.

Todas las demás se las arreglan
directamente con la fuerza, con la violencia, incluso física.

La democracia es la única forma de gobierno que requiere para su existencia de la confianza de los ciudadanos (todas las demás se las arreglan directamente con la fuerza, con la violencia, incluso física). No podemos olvidar que la respuesta es emocional, cuando no se cuenta con ninguna otra respuesta o certeza. Pero solo desde la esperanza se puede construir una alternativa a los problemas. Con el miedo no se resuelven, se reprimen. Sin confianza, no hay democracia. Hemos de saber que la verdad es una herramienta fundamental para el espacio público democrático.

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