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Silencios cómodos 

El doctor Iglesias, especialista de Quirónsalud, contesta a las dudas de los lectores de Heraldo.es.
 Un médico explora a un paciente
Pixabay

Un, dos, tres, cuatro... y así hasta veinte interminables segundos. Si en plena conversación su interlocutor hace una pausa tan larga antes de responder, puede que esté poniendo en práctica la regla del silencio incómodo. 

Cuentan que es uno de los secretos del éxito de gente como los directores de Amazon, Jeff Bezos, y Apple, Tim Cook, o el actor canadiense Keanu Reeves. Esta estrategia descoloca al interlocutor y permite, sobre todo, tomarse un tiempo preciado para pensar.

No hay que irse al otro lado del Atlántico para encontrar precursores de este método: las virtudes de reprimir la elocuencia ya las desveló Baltasar Gracián hace tres siglos en ‘El Criticón’. Y a quién no le ha dicho su madre que, en el fragor de una discusión, cuente hasta diez antes de hablar. En esos casos de máxima tensión, "no hay mejor palabra que la que se está por decir", decía la mía.

El silencio menos incómodo en la distancia corta entre dos personas casi desconocidas es el que se produce entre médico y paciente, cuando el doctor toma la tensión, ausculta en busca de un silbido delator, o explora para obtener pistas que revelen el motivo de un excesivo cansancio o una pérdida de peso inusual. Ese silencio puede ser clave para pedir una prueba que permita un diagnóstico antes de que sea demasiado tarde. Es lo que no logró la burgalesa Sonia Sainz Maza, fallecida el 13 de agosto a los 48 años víctima de un cáncer que no le fue diagnosticado porque no le dieron cita médica presencial. Hay que convivir con la pandemia, evitar ir a la consulta si no es necesario y ayudarse de la telemedicina. Pero sin quedarse cortos.

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