La pasión de las convicciones

Pedro Sánchez, durante su discurso telemático ante la ONU.
'pedro sanchez' durante su discurso telemático ante la ONU.
E. P.

Cada vez me fascina más ‘pedro sanchez’. Hay que reconocer que es un político habilidoso y sumamente atractivo. Desde lejos, destaca su estatura y su porte. Si fuera por chapa y pintura, tenemos un presidente modélico. Aunque la percepción cambia en cuanto comienza a hablar. No se le da mal, pero suena a motor intelectual con pocas bujías. Pese a que es doctor en Economía, Empresa y Finanzas por la (privada) Universidad Camilo José Cela, no transmite densidad de pensamiento, ni un mínimo bagaje de lecturas, ni capacidad de reflexión. Sin embargo, eso, en los tiempos que corren, no es tan importante. La clave está en potenciar la apariencia, la imagen y la adaptabilidad en el espectáculo político.

Pedro Sánchez no transmite densidad de pensamiento, ni un mínimo bagaje de lecturas, ni capacidad de reflexión.

En cualquier caso, es un tipo fascinante que siembra fascinación a tutiplén y admiradores fascinados en cuanto sale a escena. Son más de uno y de una quienes consideran a ‘sanchez’ una bendición para nuestra sociedad. Gracias a su advenimiento se venció al ‘trifachito’, conseguiremos superar la pandemia y volveremos a ser el país de la golosina que gestionaba Rodríguez Zapatero. Esto dicho sin acritud y sin antipatía. No le deseo ningún mal. Al contrario, seguro que en las distancias cortas ‘sanchez’ tiene que ser encantador. Jugando al baloncesto ha de meter más de un triple y como compañero de una pachanga tiene que dar mucho juego. Otra cosa es a dónde nos lleva como presidente de gobierno. De momento, su gestión se aleja de las ‘triples figuras’ de la NBA.

En esa fascinación que produce ‘sanchez’, se combinan perfectamente las tres acepciones de la palabra, tal como recoge la RAE: "engaño o alucinación; atracción irresistible; y aojo". Desde luego, para la Casa de los Borbones, está conjugando plenamente lo de ‘hacer mal de ojo’. Desde que ‘sanchez’ ocupó la Moncloa, tienen que atárselos bien en Zarzuela. La semana pasada el asunto de los nuevos jueces fue una más de las gotas que está llenando el vaso y tensando las cuerdas.

Pero el colmo de ese arte de la fascinación sanchista se produjo en su intervención del viernes 25 mediante un video enlatado para el ‘Debate General del 75 periodo de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas’. Ahí mostró en plenitud las otras dos acepciones del verbo fascinar: "1. Engañar, alucinar, ofuscar; 2. Atraer irresistiblemente". Cualquiera que lea el texto o que atienda al video descubrirá esa doble ‘virtud’. Si ud. quiere entretenerse le sugiero que dedique los 23’ 52’’ que dura la grabación y que lo acompañe con la lectura de las 3.288 palabras del texto.

A cambio, potencia la apariencia y la adaptabilidad en el espectáculo político.

Sánchez lee como si se creyera lo que dice. Pero esas palabras, dichas por él, resultan impostadas, llamativas y falsas, cuando menos. El discurso está cargado tanto de buenismo de segunda generación, blandito de suyo, como de esa capacidad para contradecirse sin pestañear, que le caracteriza. Un par de ejemplos. Dice sanchez tras su análisis del mundo: "no basta con invocar la unidad de acción como un principio abstracto o carente de contenido. Hay que creer en la unidad. La unidad permite progresar conjuntamente. La unidad conjura conflictos. La unidad salva vidas. La unidad y solo la unidad puede salvar el planeta. Y debemos actuar. Hay que dar nuevos pasos. Y hay que darlos ya. En temas concretos, con decisiones concretas". ¡Genial! Consejos vendo que para mí no tengo. Y con todo el cuajo dice: "Por indiferencia o cobardía, hemos ignorado amenazas y realidades que hoy afectan seriamente a la salud física, política y moral del planeta. Contemplamos el retorno de nacionalismos excluyentes y xenófobos, de fantasías autárquicas, de autoritarismos impúdicos. Asistimos al auge de liderazgos basados en la demagogia, la mentira y el fomento del odio". ¡Olé!

Pero lo más es esa bizarría llamando a la comunidad internacional e invitando "a entender el momento histórico en el que nos encontramos, formulada desde la urgencia del presente y desde la pasión de las convicciones". Marxismo del mejor Groucho. Fascinante ¿o no?

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