jefa de Información municipal de Zaragoza en HERALDO DE ARAGÓN

Pin, pan, fuera

Imagen de archivo de restos de botellón en la ciudad de Huesca.
Imagen de archivo de restos de botellón en la ciudad de Huesca.
Javier Navarro/Heraldo

No hay fórmula más eficaz para concienciar a los jóvenes de la cruel lotería del coronavirus que el clásico infantil ‘pito, pito, gorgorito’. Al son de la cantinela, con impactantes imágenes de desfases veraniegos con mucho alcohol y pocas mascarillas queda claro cómo se expande el virus y que son los prudentes, los más vulnerables, los que pagan las consecuencias. Casi dos meses ha tardado el Gobierno en comprender que de poco sirve apelar a la responsabilidad individual a los que solo tienen ganas de fiesta. Solo toman conciencia cuando les rascan el bolsillo, o el de sus padres, o si les muestran la tragedia en toda la crudeza. Con contundencia. Pin, pan, fuera. Hospital, uci, ataúd. Y le puede pasar a cualquiera. A tu padre, a tu abuelo. A ti. Sin rodeos. Lo más directo que se pueda.

Las cifras no dan tregua, y con el fiasco de la vacuna de Oxford el fin de la pesadilla se aleja. En Aragón llegamos a la nueva normalidad con 5.931 contagios, y superamos ya los 28.900. Y subiendo. Al final habrá que dar la razón a los que abogaban por poner un policía detrás de cada ciudadano para que cumpliera las reglas. Hay multas por no llevar mascarilla, por fumar en la calle, por saltarse el confinamiento, por hacer botellón... pero se olvidan al brindar por las ‘no fiestas’ y será necesario endurecerlas. Los incívicos no aprenden, y todos pagamos las consecuencias. Y las de tener unos políticos que regresan al Congreso tras un reparador descanso con muchas ganas de gresca y pocas de trabajar por el bien de todos. Como si no estuviéramos inmersos en una pandemia. 

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