Por
  • Pedro Cía Gómez

Edith Stein y los cuidadores de enfermos

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Atención a un niño enfermo en un hospital de Zaragoza en los años treinta del siglo pasado.
Marín Chivite / HERALDO DE ARAGÓN

Quienes por razones familiares, como voluntarios o por su profesión están implicados en el cuidado de enfermos, ancianos o personas dependientes conocen bien el valor de la empatía, cualidad que lleva a ponerse en el lugar del otro, a "captar las vivencias del otro", como diría la filósofa alemana Edith Stein (1891-1942). Empatizar con la persona asistida -dice la profesora Donoso-Sabando (‘Persona y Bioética’, dic. 2014)- promueve la buena relación, es fundamental para la asistencia y mejora la calidad de vida de la persona necesitada de ayuda.

Sobre el tema de la empatía versó la novedosa tesis doctoral de Edith Stein. El tema es del máximo interés para quienes se mueven (o nos hemos movido) en el mundo de los cuidados de la salud. Pero una circunstancia de la vida de la autora es importante. Antes de completar su tesis, Edith Stein se había ofrecido como voluntaria de la Cruz Roja y trabajó como asistente de enfermera (1915). En expresivos escritos, que comenta la profesora Amparo Nogales (‘Cultura de los Cuidados’, 2008), relata Stein sus experiencias en la asistencia a enfermos y heridos en la I Guerra Mundial. Explica su gusto por la relación con los enfermos, generalmente graves, con los que no resulta fácil comunicarse. Con algunos, solo a través de las miradas podía hacerlo. Trabajaba sin descanso y un día oyó que un suboficial alemán hospitalizado comentaba que "la enfermera tiene más trabajo con nosotros que una madre con nueve hijos". El trabajo agotador hace mella y así lo expresó: "Como estaba casi todo el tiempo moviéndome, por la noche apenas me tenía en pie".

Recuerda la carga de los actuales cuidadores de enfermos, que en el caso de ser familiares, sabemos que lo son en su mayoría en primer grado, mujeres de más de 60 años, con frecuencia con enfermedades crónicas y que asumen la responsabilidad del cuidado del paciente día y noche. Precisamente el Seminario Europeo de Oporto de 1994, en relación con estos problemas, subrayó la necesidad de proporcionar apoyo emocional a cuidadores y cuidadoras (cuidar al cuidador).

Los relatos de Edith Stein evocan también la situación actual de profesionales sanitarios (en hospitales, centros de salud, residencias y domicilios) bajo la presión de una ingente y delicada tarea que exige precisión y continua toma de decisiones importantes.

Es interesante reparar en el hecho de que los borradores de la tesis de Stein, ‘Sobre el problema de la empatía’, los revisó durante la época en que ejercía como ayudante de enfermera y es probable que ese estudio filosófico recibiera la influencia de la actividad de cuidados que la autora estaba realizando durante aquellos días. Continuó después su actividad docente junto a su maestro Edmund Husserl. A sus treinta años de edad, la ya eminente filósofa decidió convertirse al catolicismo y más adelante optó por la vida religiosa. Le tocó vivir la II Guerra Mundial, siendo apresada por los nazis en 1942 y ese mismo año, el 9 de agosto, fue ejecutada en Auschwitz, siendo posteriormente canonizada por la Iglesia. Se ha cumplido pues este mes el 78º aniversario de su muerte.

Edith Stein aparece hoy como un referente para los cuidadores, no solo por sus extraordinarias aportaciones sobre la empatía, en cuyos actos ve el fundamento de las relaciones entre personas, sino por el propio testimonio de su vida.

Pedro Cía Gómez es coordinador del Foro de Deontología del Colegio de #Médicos de Zaragoza

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