Por
  • M.ª Pilar Martínez Barca

Superar los miedos

El miedo, y no la razón, se está convirtiendo en predominante.
El miedo, y no la razón, se está convirtiendo en predominante.
F. P.

De pequeña, tenía miedo a dormirme sin luz, como tantos niños; a que los mayores hablasen de la muerte; a que mis papás no fueran a buscarme al colegio. Luego, empiezas a soñar con el amor y temes no encontrarlo; no lograr un empleo dadas tus circunstancias especiales. Según vamos creciendo, nos preocupamos por nuestros mayores, tenerlos con nosotros el mayor tiempo posible, con calidad de vida. Son temores abstractos, nacidos de anticipar una realidad que quizá no llegue a existir.

En estos meses, parecen haberse solidificado nuestros pánicos infantiles. ¿La noche oscura de San Juan? Los mayores no solo se morían, desaparecían sin sentirlo, sin poder despedirnos ni ver tan siquiera sus cenizas. El peor cuento de terror se volvió realidad. En la calle habitaba un enemigo invisible, y a enfermedad y muerte se uniría una miseria extrema.

Los niños comenzaron a tener pesadillas, ahora reales. No iban al colegio. La costumbre del beso se confinó y los adolescentes y los jóvenes tuvieron que reinventar sus relaciones digitalmente. Millones se quedaron sin empleo y miles de parejas, sin amor. Jamás lo hubiésemos imaginado.

Seguimos todavía en ese tiempo. ¿Hasta cuándo? Dicen que el miedo es libre, pero cuando los positivos siguen multiplicándose, se rebaja la edad, vuelve a afectar a las residencias… ¿Y si es un familiar? ¿Y si salta el bichito tomando un helado o un café? ¿Y si cualquiera somos igualmente susceptibles de contagio? Sea como fuere, este verano es harto atípico y las vacaciones se eligen con lupa, quién se atreve a salir.

¿Temor a que la vacuna no sea a corto plazo la panacea universal? ¿Y para todos? ¿Y si tuviese efectos secundarios? Tendremos que convivir con la vulnerabilidad y la incertidumbre, y confiar.

Este agosto, mañana, tampoco va a celebrarse la fiesta de la Virgen en tantos pueblos. Hasta la religiosidad y las celebraciones hemos tenido que reinventarlas. Aunque la esencia queda, y la humanidad, el ser humano, hemos sobrevivido a muchas.

¿En quién podemos confiar? "Quizá la mayor confianza para fray Juan de la Cruz sea la de ser esperado, ser amado" (José Carlos Bermejo, ‘La esperanza en tiempos de coronavirus’). Puede ser una clave.

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