La carta de Casaldáliga

Fotografía de archivo de Pere Casaldáliga.
Fotografía de archivo de Pere Casaldáliga.
EFE

El obispo Casaldáliga ha muerto en Brasil en agosto, el mes en que fueron asesinados por la columna Ascaso los claretianos de Barbastro, al comienzo de la Guerra Civil. Nacido en 1928, tenía menos de 10 años cuando sucedieron esos hechos terribles que le marcaron para siempre. "Uno ha abierto los ojos a la fe y ha crecido en una vocación rodeado de sangre de mártires", contó años después para explicar su visión de una Iglesia comprometida hasta el extremo. Antes de convertirse en un obispo con sombrero de paja y mundialmente conocido por su defensa de los indígenas de la Amazonía, Casaldáliga desarrolló su labor en Barbastro. Vivió en el monasterio de El Pueyo y la virgen del Somontano y los olivares del monasterio le inspiraron varios de sus poemas.

A principios de los setenta, los adolescentes del grupo de jóvenes de Acción Católica de Barbastro tuvimos noticia del obispo poeta que había vivido en El Pueyo y que, abanderado de la teología de la liberación, estaba sufriendo persecución en Brasil. Al cura Pedro Escartín se le ocurrió la idea de que le escribiéramos un mensaje de ánimo. La carta cruzó el Atlántico desde el Somontano y le llevó nuestro aliento. Pero sobre todo esa carta fue importante para nosotros: fue un ejercicio de ensanchar la mirada hacia otra realidad y de unirnos, con esas gentes lejanas, en la misma aspiración de libertad y de compromiso. Tan importante que la hemos recordado a la vez, como si la hubiéramos escrito ayer, en el adiós a Casaldáliga.

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