Negociación en Bruselas

Está en curso desde ayer en Bruselas una complicada negociación en torno al fondo europeo para la recuperación económica después de la pandemia. De su desenlace depende no solo la salvación de la economía de los países más afectados, como España, sino el futuro de una Unión que no puede funcionar sin un mínimo de cohesión entre las naciones que la conforman. Para llegar a un acuerdo satisfactorio habrá que conjugar solidaridad con responsabilidad.

España e Italia, los dos países más afectados por la pandemia y por sus secuelas económicas dentro de la UE, forman un frente común para intentar vencer las resistencias del grupo de los ‘frugales’ (Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca) y conseguir que el diseño del fondo permita apoyar eficazmente sus economías en un momento dramático. El hecho mismo de que se haya planteado la creación del fondo de recuperación, y de que haya recibido el apoyo de Francia y de Alemania, resulta esperanzador y refleja un cambio de actitud importante respecto a la crisis de 2008. Pero el fracaso de la candidatura de Nadia Calviño a la presidencia del Eurogrupo y la tensa gira de Pedro Sánchez previa a la cumbre que comenzó ayer han mostrado que la negociación va a ser difícil, que la posición española dista mucho de ser aceptada por todos los socios y que el acuerdo requerirá concesiones importantes. Puntos fundamentales en discusión son, por un lado, la distribución del fondo entre préstamos y subvenciones y, por otro, las condiciones que las transferencias de dinero llevarán asociadas. Los países más ricos tienen que aceptar que sin un plan ambicioso y un alto grado de solidaridad, la Unión puede resquebrajarse y sumirse en el caos. Los que, como España, esperan recibir la mayor parte de las ayudas han de asumir la responsabilidad de hacer reformas que mejoren la productividad de sus economías. El acuerdo es complejo, pero resulta imprescindible.