Por
  • Eva Pérez Sorribes

ConCiencia

Eudald Carbonell y Mari Cruz Soriano
Eudald Carbonell en un acto en Zaragoza.
HA

En 2016, cuando todavía no había covid o no lo conocíamos, el arqueólogo y director de la Fundación Atapuerca, Eudald Carbonell, protagonizó una ‘road movie’ científica. Se llamó ‘En busca del futuro perdido’ y viajaba al pasado de otras civilizaciones ya desaparecidas para buscar pistas de lo que venía. En ese documental, Carbonell descubrió síntomas que se dieron en la desaparición de antiguas civilizaciones y que se repiten ahora: aumento de los conflictos, crecimiento de la desigualdad o las contradicciones y movimientos demográficos. Tras ese cóctel anticipó el colapso, una gran catársis hacia la que -dijo entonces y repite ahora- la humanidad avanza obligándola a articular la vida bajo nuevos conceptos si quiere conservarla y no desaparecer. Hoy, su premonición científica se convierte en actualidad y, lejos del tópico de anticipar desastres, resultan relevantes su análisis y sus conclusiones. Pide dotar la revolución tecnológica de conciencia crítica de especie, socializar la globalización, sustituir competencia por cooperación y respetar y no aniquilar la diversidad de las culturas cuyas diferencias son, a la postre, la base de su supervivencia. Carbonell lleva toda la vida estudiando de dónde venimos y hacía dónde vamos. Sus palabras son un aviso y su receta, conciencia como fusión de la inteligencia con la organización social de nuestra especie, un salvoconducto de futuro. Habrá que hacerle caso, porque de nada nos servirán las máquinas ni la técnica si no hay quién detrás las dote de humanidad. De lo contrario, el futuro se convertirá en ese lugar en el que no querremos estar.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión