Por
  • Mariano Sanz

Hidrógeno contra baterías

Los propios usuarios serán los encargados de recargar las baterías de los coches
Un usuario recarga una batería de coche.
Aránzazu Navarro

Ante el proceso de la transición energética hacia un sistema mayoritariamente eléctrico alimentado por fuentes renovables, con las recientes declaraciones de nuestro presidente del Gobierno sobre la disponibilidad para impulsar las tecnologías del hidrógeno y en especial el ‘hidrógeno verde’, y según el documento publicado por el Ministerio para la Transición Ecológica de consulta pública previa para recabar las aportaciones de la sociedad a la elaboración de la ‘Hoja de Ruta del Hidrógeno Renovable’ "como vector energético y flexible que permite integrar la electricidad renovable excedentaria", "además de abrir una nueva ruta tecnológica para la electrificación del transporte y la movilidad sostenible", creo conveniente aclarar algunos conceptos y exponer datos y razones para que podamos opinar.

El hidrógeno verde es el obtenido con la energía eléctrica generada con fuentes renovables por medio del proceso electrolítico. Este hidrógeno debe ser tratado y almacenado, para ser posteriormente transportado al lugar donde deba ser utilizado, requiriéndose un nuevo proceso de almacenamiento y adaptación a los condicionantes de funcionamiento de las células de combustible mediante las que podremos obtener nuevamente energía eléctrica en el momento que sea necesario.

En la actualidad, para el almacenamiento de energía eléctrica y su posterior disponibilidad se están utilizando las baterías eléctricas que están experimentando extraordinarios avances tecnológicos y caída de precios. Nos encontramos en consecuencia ante un escenario de clara competitividad entre las tecnologías del hidrógeno y las baterías, lo que nos lleva a hacer una comparación entre ambas tecnologías.

Con las baterías el almacenamiento y obtención de la energía eléctrica se realiza en un único componente con una eficiencia superior al 93%. Con el hidrógeno se necesitan complejas infraestructuras con diversos componentes resultando una eficiencia total inferior al 30%. La vida útil y garantía de las baterías disponibles en el mercado es superior a las de las células de combustible. Las pérdidas por autodescarga de las baterías a 25°C se encuentra entre el 3% y el 1% mensual, de forma que, junto a su elevadísima eficiencia, robustez y bajo costo, las sitúa como la mejor opción para tener sistemas eléctricos de integración de renovables.

Las tecnologías de baterías están especialmente adaptadas a las instalaciones de autoconsumo y sistemas energéticos distribuidos, mientras que las del hidrógeno tienen que realizarse en grandes y complejas infraestructuras centralizadas. Debido a la lentitud de respuesta de las células de combustible y a la imposibilidad de recuperación de energía, el vehículo eléctrico de hidrógeno es un híbrido de hidrógeno y baterías, y su autonomía sin su batería sería inferior a la del vehículo de baterías. Debido al extraordinario derroche energético en sus procesos, la energía consumida por el vehículo de hidrógeno en el mismo recorrido y con las mismas prestaciones que el de baterías es entre cinco y seis veces superior, y el coste es del orden de diez veces mayor.

Con el vehículo de baterías el suministro de energía lo podemos hacer en nuestras propias instalaciones, de autoconsumo con fotovoltaica o de nuestra propia red, mientras que el de hidrógeno tiene necesariamente que cargarse con hidrógeno a presión en estaciones de servicio.

Según las más prestigiosas instituciones internacionales las tecnologías del hidrógeno, debido a su inmadurez requieren grandes inversiones en I+D para demostrar que se puedan obtener procesos eficientes, fiables y rentables, que pudieran ser competitivos con las tecnologías de baterías.

A pesar de la evidencia de las razones expuestas, se nos pretende convencer de la necesidad de las tecnologías del hidrógeno verde en el sistema eléctrico, mientras que en España, disponiendo de la mayor cantidad de horas de insolación de todas las naciones europeas, y de los recursos en eólica e hidroeléctrica con bombeo reversible, deberíamos dedicar nuestros principales esfuerzos en impulsar las tecnologías de integración de renovables con apoyo de las baterías. Para la alimentación a los procesos térmicos se utilizaría el metano procedente de fuentes renovables apoyando con el gas natural mientras sea necesario.

Este escenario energético fundamentalmente renovable no conviene al actualmente poderoso sector gasista, motivo por el cual en todo el mundo se están promocionando las tecnologías ‘power to gas’ (electricidad a gas) mediante las que se pretende implantar sistemas híbridos de energías renovables y gas, en los que el hidrógeno, el metano y el gas natural serían las principales fuentes de la mayor parte de las necesidades energéticas de la sociedad, incluyendo la electricidad, la calefacción los procesos industriales y el transporte.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión