Por
  • Javier Sebastián

Un Beatle

Paul McCartney se despide del escenario del último concierto de los Beatles
Paul McCartney.
Afp

Dentro de seis días tendría que estar viendo a Paul McCartney en el Estadio Olímpico de Barcelona. No podrá ser. Llegó el aviso de que se había cancelado el concierto, ya saben por qué. Seguramente ha sido mi última oportunidad de despedirme de lo que queda de los Beatles. McCartney pensaba cantar nada menos que treinta y seis canciones, un hombre que al día siguiente de lo que hubiera sido el concierto habrá cumplido 78 años.

Hay un documental en que McCartney cuenta que su padre, al escuchar por primera vez ‘She loves you, yeah, yeah, yeah...’ le preguntó que si, en vez de usar expresiones extranjeras, no sería mejor recurrir a un inglés más académico, más británico, algo así como ‘She loves you, yes, yes, yes...’. Debía de ser un provocador, el padre de McCartney: cuando las fans aporreaban la puerta de casa, las invitaba a tomar el té, mientras Paul tenía que poner pies en polvorosa saltando por la ventana. Casi estoy viendo a Benny Hill.

La actuación de McCartney no ha sido lo único que el bicho asqueroso ese ha borrado de mi agenda. También hubo que cancelar las presentaciones de mi última novela, un concierto de Los Alta’s para amigos después de muchos años, una fiesta queridísima. No importa. Todo se hará cuando se pueda. Lo que lamento es pensar en las más de 400.000 personas en el mundo que ya no podrán decir algo parecido. La de millones que han perdido su trabajo. Pienso en ellos.

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