Por
  • Juan Antonio Falcón Blasco

Una nueva Europa

Una nueva economía europea
'Una nueva Europa'.
Pixabay

Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial vivimos una crisis global en todo el planeta. Y asimismo es la primera vez que, pese a que la maquinaria de la Unión Europea se ha puesto a prueba anteriormente, los ciudadanos del Viejo Continente llegan al Día de Europa, el 9 de mayo, con tantas dudas suscitadas por la hecatombe sanitaria, económica, social e institucional que ha desencadenado la pandemia del coronavirus.

Esta plaga ha provocado que se intensifiquen tendencias que en el contexto nacional e internacional ya existían previamente. Circunscribiéndonos al ámbito de Europa, las consecuencias de la pandemia han reafirmado tanto a los que están a favor como a los que están en contra del europeísmo en su propia cosmovisión del mundo.

A la par, la actitud de muchos líderes europeos ha cambiado respecto a lo que era habitual hace unos lustros. Con anterioridad, Europa era percibida como la solución de los problemas nacionales; sin embargo, actualmente los políticos suelen enarbolar el tic compulsivo de apuntarse los éxitos como propios y culpar a Europa de sus fracasos. La última manifestación de esto ha sido la aparición de la covid-19.

Lo cierto es que con la presión surgida por la pandemia se han evidenciado claramente las características de esta Unión Europea, que es de lento arrancar y discrepancias profundas, pero que cuenta con mecanismos afinados y complejos, a veces difíciles de explicar, los cuales están muy asentados, funcionan y conducen a acuerdos. De hecho, la Unión Europea tiene un sorprendente instinto de supervivencia, como lo demuestra la larga y dura crisis del euro.

En estos momentos, los europeos nos enfrentamos a una realidad de desamparo que al principio nos tomó por sorpresa y que viene consolidándose en los últimos años en todos los órdenes. Durante casi un siglo, Estados Unidos siempre dio un paso al frente en tiempos de crisis para ejercer algún tipo de liderazgo. En cambio, con Donald Trump en la Casa Blanca se acabó ese liderazgo. Ya con la presidencia de Barack Obama Estados Unidos había reducido sus compromisos globales, reconociendo el hecho de que no contaba con los recursos para resolver todos y cada uno de los problemas del mundo.

En otra escala, Naciones Unidas, especialmente su Consejo de Seguridad, prosigue con una falta de eficacia (tal vez de fiabilidad) en la resolución de los conflictos que aquejan al orbe, y muy especialmente en todo lo referente a la covid-19. Mientras tanto, China ha querido llenar este vacío con declaraciones testimoniales sobre la importancia de la gobernanza global, pero buscando principalmente desarrollar sus relaciones bilaterales. Igualmente, si bien podríamos haber esperado que el G-20 volviera a desempeñar el papel fundamental que tuvo durante la crisis financiera de 2008, la organización, que actualmente está bajo la presidencia de Arabia Saudí, no parece que pueda jugar un papel relevante.

Con Estados Unidos ausente y la credibilidad de China afectada, existe una urgente necesidad de que alguien asuma el deber de liderar y comience a movilizar respuestas coordinadas sensatas y equilibradas a los problemas del planeta, comenzando por el coronavirus. Junto con los europeos con claridad de ideas, debemos preguntarnos si la Unión Europea está en condiciones de dar ese paso, o se encuentra consumida en sus propios dilemas. En un mundo post-estadounidense esa es la pregunta a la que tenemos que responder.

A la pandemia debe seguir una nueva era de cooperación internacional y un fortalecimiento de las instituciones multilaterales. Esto se aplica a Europa, en particular. La alternativa es, como siempre, o una Unión Europea que quede a caballo entre lo intergubernamental y lo supranacional, o una Unión Europea que avance en el proyecto de integración. Pero, en el largo plazo, una casa a medio hacer apenas da cobijo y se acaba hundiendo. Quizás no sea aventurado considerar que la transformación de la Unión Europea podría ser la gran sorpresa de la crisis de la covid-19.

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