Sánchez anunció ayer que el martes el Consejo de Ministros aprobará el plan para la ‘desescalada’, que será gradual, asimétrica en función de la afección de cada territorio y coordinada. Son criterios generales razonables, pero el Gobierno tendrá que afinar mucho la definición y la aplicación de las medidas si quiere disipar la desconfianza y la indignación que sus errores y vacilaciones, como en el caso de los paseos infantiles, han sembrado en muchos ciudadanos.

De hecho, hoy comenzará a aplicarse la primera experiencia con vistas al final del confinamiento, los paseos de los niños, con determinadas limitaciones, en compañía de un adulto responsable. Una medida que se ha ido anticipando e implementando en medio de la confusión provocada por los contradictorios anuncios del Ejecutivo. Y que todavía ayer, tras la publicación de la orden del Ministerio de Sanidad en el BOE, requirió de una aclaración oficial para precisar el límite de edad de los menores incluidos en la disposición. Tiene razón el presidente al apelar a la responsabilidad de los ciudadanos en el cumplimiento de las normas, pero los errores del Gobierno no ayudan a generar confianza en su gestión de la pandemia, algo que sería fundamental para mantener la unidad que reclama.

 Sánchez avanzó también que, dentro de una semana, podría autorizarse a los adultos a salir para hacer ejercicio físico y pasear; un nuevo alivio del confinamiento que quizás busca a la vez aplacar la indignación y el hastío de muchos españoles. Esperemos que en esta ocasión la regulación se prepare de manera más acertada. Es indispensable contar con un plan para hacer frente a la siguiente fase de la lucha contra el Covid-19, apoyado en fundamentos técnicos, y los criterios generales que señaló ayer el presidente parecen acertados. Pero la eficacia de todas las medidas dependerá en gran parte de su buena gestión; y de que la ciudadanía sienta que puede fiarse de quienes toman las decisiones.