Por
  • José Manuel Pardo

La pandemia en Estados Unidos

March 31, 2020 - Washington, DC, United States: United States President Donald J. Trump participates in a news briefing by members of the Coronavirus Task Force at the White House. Deborah Birx and Mike Pence. (Chris Kleponis / Contacto)31/03/2020 ONLY FOR USE IN SPAIN [[[EP]]] March 31, 2020 - Washington, DC, United States: United States President Donald J. Trump participates in a news briefing by members of the Coronavirus Task Force at the White House. Deborah Birx and Mike Pence. (Chris Kleponis / Contacto)
Rueda de Prensa de Donald Trump el 31 de marzo.
EP

Las incertidumbres del coronavirus en Estados Unidos están generando problemas sanitarios, económicos y políticos que van a cambiar la forma de la democracia, el capitalismo y la familia.

No todo es el corto plazo, los americanos se han dado cuenta de que no pueden tercerizar la producción de todo, al menos de lo estratégico, como los antibióticos y equipos básicos; que la seguridad social es una necesidad, no una conveniencia; la salud es un derecho, y que si se quiere que América siga siendo una gran nación, tendrá el Gobierno federal que implicarse con los diferentes estados en tomar partido en la sanidad y compartir sus costes; que los ancianos estadounidenses se mueren arruinados por el costo de la atención médica privada de sus enfermedades crónicas. Así que veremos un capitalismo nuevo, donde el estado tendrá que ir cubriendo ciertos gastos sanitarios y reducir el gasto familiar en seguros privados. ¡Que ya valía!, que la sanidad en EE. UU. es un negocio. 

No todo puede democratizarse. Chinos y surcoreanos son gente muy disciplinada, por su historia reciente, y han sido muy eficientes en priorizar los test y los aislamientos, cosa que nos ha faltado en Europa y EE. UU. En Florida, donde resido, aún no se toman en serio los test ni el aislamiento ni los controles. Si no nos autodisciplinamos con las medidas a adoptar, habrá que acelerar el cierre de todo, de lo contrario se van a acumular los infectados sin camas frente al hospital y los muertos en la parte de atrás del mismo.

 

Políticamente, esta crisis sanitaria parece tener un doble rasero. Si Google o Apple colaboraron con el Gobierno estadounidense para espiar a todo el mundo con excusa del terrorismo, ¿por qué no pueden ahora espiar a los ciudadanos que irresponsablemente salen en toque de queda? Claro, se supone que cada uno es libre de hacer lo que quiera, y esta ‘democracia’ al Gobierno le está impidiendo atajar por donde debe. Tendrían que cambiar las leyes. Pero supongo que no es momento para esa rebeldía. 

El problema logístico no es menor tampoco. Trump ha tardado demasiado tiempo en activar la fuerza productiva. Los casos infectados anunciados son de la semana pasada porque los test están tardando una media de ocho días. General Motors está comprometida a producir ventiladores, pero calcula que no obtendrá escalas de producción hasta dentro de 90 o 100 días. Solo el 12% de las peticiones de equipos sanitarios de los distintos estados están cubiertas. Los militares y médicos reservistas están llamados a colaborar, pero sin medios de protección, como más vulnerables, caerán pronto enfermos. A fecha de ayer se reconocían en Estados Unidos 189.000 infectados y más de 4.000 muertos por coronavirus.

Trump y el orgullo americano. Activar el orgullo del americano, sea de la raza que sea, es una baza segura que suelen manejar con destreza los presidentes en las crisis económicas, ante los atentados terroristas y en las guerras. Trump ha reaccionado tarde y a la defensiva, le gusta ser el centro de atención y dominar bravuconamente el escenario. Habla sin datos y lidera emotivamente, pero sin ensalzar el orgullo de la gente; solo se ve su ombligo electoralista. Trump lo toma todo de manera personal, no está dando toda la información, no deja al mundo científico expresarse y durante días ha estado lanzando mensajes erróneos, manteniendo falsas esperanzas para que la bolsa y el dólar no se debiliten demasiado. No quiere perder lo único que cree que ha ganado, la mayor tasa de empleo en los últimos veinte años. 

El país de las demandas. Al igual que en España, los médicos y enfermeras de los distintos estados enfermarán por no contar su hospital con el equipo mínimo necesario para no contaminarse. Pero eso aquí, en el paraíso de la abogacía, donde se demanda por todo, se va a traducir en demandas de abogados a los hospitales y a los gobiernos; aunque al final paren la rueda justificando causa de fuerza mayor como cláusula para no pagar, que impondrán los gobiernos estatales y tendrán el apoyo del federal, al menos porque este es cómplice en la acusación, y al final el estado demandaría al gobierno central por lo mismo.

José Manuel Pardo es veterinario residente en Estados Unidos

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