Avlo humilla, no rebaja

Viajeros en los andenes de la estación de tren de Delicias, en Zaragoza.
Viajeros en los andenes de la estación de tren de Delicias, en Zaragoza.
Toni Galán

Me he tomado varias semanas para hablar en calidad de humillado por Renfe y su rifa de billetes baratos de Avlo. Ojo: no he sido yo solo. Tengo ‘whatsapps’ de amigos y sus padres pidiéndome que utilizara esta columna para hablar de la humillante estrategia promocional que Renfe tomó hace unas semanas para publicitar su servicio ‘low cost’ de alta velocidad, que muchos llevábamos esperando años y quizá son ciertos los versos de Ángel González: "Te llaman porvenir porque no vienes nunca". 

La campañita en cuestión consistía en que Renfe ponía a una hora determinada cientos de billetes a precios entre 5 y 10 euros, y el resto de la jornada cerraba la taquilla. Así que ahí íbamos todos, a la hora que a los amos del operador ferroviario se les ocurría, a ver si había suerte y al patrón se le caía un billete a precio popular. El hecho es que, más allá de lo cutre de la idea, los usuarios nos encontrábamos con una web bloqueada por el aluvión de visitas, por lo que solo unos pocos podían acceder a la compra. Eso ha generado una falta de igualdad de acceso a un servicio público tan arbitraria como absurda, que ha puesto ante el espejo a las miles de personas que, en un alto porcentaje, nos hemos tenido que ir fuera de casa a ganarnos la vida y que llevamos años padeciendo los precios abusivos de la prácticamente única opción ferroviara que conecta Madrid con Zaragoza. 

Aunque la mejor parte viene cuando accedes a la web de Avlo, intentas comprar las migajas de billetes que quedan para las próximas semanas y observas que los precios rondan los 35 euros: apenas diez euros menos que el AVE normal. Pero claro, esta es la trastienda de la rifa, las cifras que cimentan la infamia de un servicio público que ha abandonado a sus clientes. Y luego el Gobierno se llevará las manos a la cabeza cuando lleguen operadores privados: rebajas salariales, ofertas temerarias... Y recibiremos con alivio la derrota del Estado; y habremos perdido otra batalla porque al menos dejaremos de sentirnos incómodos con un monopolio que tiene los peores vicios. Pero es que cuesta mucho hacer patria en la bandera desnortada del abandono. Se lo canto como Jorge Drexler: "Cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da".

@juanmaefe

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