Seis, mejor que cuatro

Opinión
Culturas: seis, mejor que cuatro
Lola García

A Zaragoza -dice la locutora- la llaman la ciudad de las cuatro culturas: ibera, romana, musulmana y cristiana. Es la primera ciudad de Europa que importó habas de cacao". Anne-Claire Coudry concluye así el telediario de TF1, la emisora más vista de Francia. El día y el horario fueron preferentes: sábado y a la hora de comer.

Como publicidad no pagada, estuvo bien. Se acercó a los ocho minutos. TF1 es la cadena más vista del país (en torno a un 19% del total de audiencia) y no es despreciable su influencia en la Bélgica francófona (sobre un 16%) e incluso en Suiza (del orden de un 3%). Evaluado el reportaje en términos de precio publicitario -duración, franja horaria, reputación del espacio y equipo periodístico- sin duda alcanzaría una cantidad considerable de euros. Fue, pues, un caso de publicidad basada en el interés objetivo de la información y por decisión de la emisora, no por encargo institucional pagado.

El grupo TF1 (propiedad de Bouygues), apoyado en el periódico de Toulouse ‘La Dépêche du Midi’, diario de referencia del sur de Francia, envió a Zaragoza a tres profesionales: dos de la cadena, Julien Cressens -el reportero principal- y Perrine Mislanghe, y el veterano autónomo Jean-Vincent Fournis.

Sumándolo todo (avión, entradas, buceo en el acuario de Zaragoza, una noche de hotel y comidas: tapas, sobre todo), la factura de la escapada alcanzó el razonable precio de 235 euros por persona. El capítulo alimentario resultó pobretón (10 euros), pero solo los muy avisados lo notarían, ya que su aparición en pantalla (como anotación en una hoja con varios sumandos) fue fugaz.

Como explicó HERALDO el día 10, el recorrido del reportaje se inicia con una visita al Pilar, ascensor incluido; sigue por el Museo Goya y por la Aljafería -cuyo nombre se resiste hispánicamente al locutor- y culmina en una incursión nocturna por el Tubo, donde las croquetas del bar Doña Casta seducen al viajero sobre todo lo demás. Al día siguiente, los puntos elegidos son dos: el gran Acuario fluvial, en el que bucea el reportero convenientemente equipado, y varias chocolaterías de referencia, cuyos productos son muy elogiados.

Chocolate y culturas

Ya quedó dicho que, al comienzo del reportaje, Anne Coudray, con amable sonrisa profesional, hace dos advertencias sobre Zaragoza, para llamar la atención del espectador: la del temprano uso del cacao y la de las cuatro culturas.

Este segundo hecho nace, sin duda, de una ya lejana y afortunada iniciativa municipal, diría yo que de 1963, que definió de este modo a la capital de Aragón. Fue en el texto de un pregón para el Doce de Octubre, escrito por Antonio Beltrán y leído por el entonces usual y galano pregonero Ignacio Moreno.

El eslogan prendió. Era atractivo, corto, original y eufónico. Cinco lustros después, gobernaron Zaragoza, de aquellos modos hiperactivos y muy faltos de control, los hoy casi olvidados ‘damascos’ del PSOE. Uno de sus incesantes proyectos -que bastantes veces fueron ocurrencias, y aun desmanes- embarazó a César Augusto, pues superpuso a su estatua precisamente cuatro grandes arcos de ladrillo. Cada uno lucía uno de los nombres históricos de la ciudad del Ebro, en tres alfabetos diferentes. Cráneos privilegiados como eran y atreviéndose con todo, no repararon en que, puestos a monumentalizar aquel lema y pasarlo del papel a la arquitectura, hubiera sido mejor contar adecuadamente el número de culturas que dejaron huella duradera en la ciudad; porque no fueron cuatro, sino, al menos, seis. Es difícil justificar que faltasen en la lista oficiosa ladrillificada los judíos y los visigodos. Se anularon, sin más, una presencia semítica y otra germánica.

Los judíos están en Zaragoza desde tiempo inmemorial e imprecisable pero, con gran probabilidad, desde tiempos de Roma. Los godos los detestaron, como ‘pueblo deicida’, y en la inquina destacó san Braulio de Zaragoza. Tuvieron barrio propio muy provisto, que aún se rastrea bien. Y, en forma de conversos al cristianismo, prolongaron su presencia, muy visible, con los Aragón y con los Austria. Los godos dominaron Zaragoza desde 472 hasta 714. Acuñaron moneda de oro en ‘Cesaracosta’ y proclamaron aquí a uno de sus reyes, Sisenando.

No se explica que fueran excluidos de la lista ‘oficial’ hecha arcos. Quizá sea un momento adecuado para pensar en mejorar el lema, que aún colea en Francia, según se ve. ¿No podría considerarse un caso de ‘memoria histórica’?

Históricamente sería más veraz. Como incitación al viajero, el aserto ganaría su puntico de intriga (¿qué seis culturas?). Y, en la forma, apenas cambiaría: ‘Zaragoza, la ciudad de las seis culturas’. Todo es decidirse. (Incluso podrían ser siete. Pero quede ello para otra ocasión).

El vídeo francés: https://www.tf1.fr/ tf1/jt-we/videos/week-end-a-saragosse-la-ville-aux-quatre-cultures-74911748.html

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