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  • Heraldo de Aragón

Confusión respecto a Venezuela

El ministro José Luis Ábalos en el Congreso.
El ministro José Luis Ábalos en el Congreso.
Juan Carlos Hidalgo / Efe

Los movimientos del Gobierno de Sánchez respecto a Venezuela han desbaratado un aspecto clave de la política española hacia Iberoamérica, en el que hasta ahora la posición de nuestro país había ido acompasada con la Unión Europea. Ayer, en el Congreso, el presidente y el ministro Ábalos aún añadieron mayor confusión y fueron incapaces de aclarar el sentido y la razón de sus acciones.

Mientras el régimen de Maduro continúa controlando, a pesar de su falta de legitimidad, el poder en una Venezuela empobrecida por el chavismo, resulta lamentable que el Gobierno español se haya apartado de la línea de apoyo explícito al presidente encargado Juan Guaidó, reconocido como tal hace apenas un año. Y ese cambio de actitud se ha producido además en la más absoluta confusión. Ayer Sánchez aseguró en el Congreso que no ha variado la posición de España, pero esa afirmación resulta contradictoria con los hechos. Si el Ejecutivo español continúa reconociendo a Guaidó como presidente legítimo de Venezuela, con vistas a organizar cuanto antes un proceso electoral democrático, no se entiende que Sánchez se negase a recibirlo, como sí hicieron Macron, Merkel o Johnson. Tampoco ha habido una explicación satisfactoria sobre el sentido y el objeto de la reunión que mantuvo José Luis Ábalos, en territorio español del aeropuerto de Barajas, con la número dos de Maduro, Delcy Rodríguez, un encuentro que ha suscitado preocupación y sorpresa en Europa y que el Gobierno trató inicialmente de ocultar. En el debate parlamentario de ayer, Sánchez aún redondeó el enredo al referirse a Guaidó como "jefe de la oposición", como ya había hecho anteriormente el vicepresidente Pablo Iglesias. Todo ello, junto a la persistente intervención de Rodríguez Zapatero en una supuesta mediación que parece escorarse hacia el madurismo, disloca un aspecto de la política exterior española que tiene también una inevitable lectura interior.

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