Director de HERALDO DE ARAGÓN

Pesos y medidas

Aragón
Javier Lambán y Arturo Aliaga, en las Cortes
Oliver Duch

Habrá presupuestos aquí y allá, en Aragón y en España. También en Cataluña, donde se nos dice que después se convocarán unas nuevas elecciones autonómicas (Torra 'dixit'). Sin prórrogas ni gastos congelados, la maquinaria comenzará a andar creando una imagen de feliz arcadia política. En casa, las cuentas se aprobarán a la primera con la mayoría que aporta el cuatripartito. Sin desgastes ni tiras ni aflojas. Se acabaron las escenificaciones. Solo se escuchará la discrepancia silenciosa de una oposición que aún no sabe qué papel representar. Ni aquí ni allá.

Los problemas con los números del presupuesto autonómico vendrán de fuera. La pelea se librará entre Madrid y Zaragoza o entre Madrid y Teruel, aunque esta última negociación no pasará por Zaragoza. Las dificultades llegarán por el orden que se ocupe en la fila, por quién se sentará el primero o por quién disfrutará de una mayor atención. El poder institucional colisionará con el poder político. Teruel Existe será/es más interesante para Pedro Sánchez que el presidente Javier Lambán, quien además camina por la línea curva de la discrepancia en un PSOE que busca lealtades inquebrantables hacia el ‘sanchismo’. El conflicto no es menor y pese a su discurrir soterrado resta peso e interlocución al Pignatelli. El juego de equilibrios ha cambiado y el interés de Sánchez se descubre más intenso hacia un único diputado por Teruel que hacia todo un Gobierno regional. Se estrena un periodo de alta complejidad para Aragón, donde el término desequilibrio se desdobla y ya no solo hace mención a lo territorial sino también a lo político. Una visión donde las comunidades de la España interior, en especial aquellas con baronías socialistas, sufrirán una severa falta de atención que se verá elevada cuando se negocie, sin ir más lejos, con ERC.

Bajo esta evidencia, Lambán no tiene más opción que fortalecer su Gobierno. Las buenas intenciones, los frenos políticos que garantizan la convivencia entre los socios, no son suficiente para corregir más de una falta de coordinación. Nada grave, sin riesgos, pero existe la preocupación. Es más una cuestión de pesos y medidas que de grandes reajustes. Las diferentes partes reconocen que hay margen de mejora, un espacio del que deben apropiarse para mostrar una solidez que frene cualquier riesgo de indiferencia ante el desorden.

El cuatripartito, pese a su necesidad de ajuste, también ha servido para convertir a Lambán a la nueva religión de la transversalidad política. La percepción de Aragón como un lugar de convivencia, libre de las tensiones que describen los grandes bloques ideológicos, obsesiona al presidente. El acuerdo del Gobierno regional, al que se llegó por necesidad, sin un plan establecido, ha girado hacia un modelo de actuación que aspira a ser todo un reclamo. Por ello, Lambán, que una vez ensanchada su inclinación hacia el pacto ha comenzado a valorar la posibilidad de presentarse a una tercera legislatura, también quiere extender esa misma atmósfera de entendimiento con el Ayuntamiento de Zaragoza. Frente a la España crispada, la de los bloques que no se miran repletos de fuertes diferencias, el presidente ha terminado por aceptar la rentabilidad que puede generar el suavizar –quizá adormecer– el ambiente. Tan seguro está de su giro que hasta con Teruel Existe, formación que tiene atragantada, está dispuesto a relacionarse desde la indiferencia, algo que para él ya es mucho.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión