Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

Legalidad, legitimidad y barbaridad

La diputado de EH BIldu Mertxe Aizpurua, en la tribuna del Congreso.
La diputado de EH BIldu Mertxe Aizpurua, en la tribuna del Congreso.
Mariscal / Efe

Con suavidad en las formas, con alambicado cuidado para que no decayera en la investidura la difícil construcción de un castillo de naipes que se tambalea, Sánchez dejó pasar con la magnífica educación de un egresado de Oxford los embates al Rey en la tribuna por parte de una diputada condenada por enaltecimiento del terrrorismo hasta agradecerle su abstención en un hecho no tan insólito en el Congreso. Fue el mismo Sánchez quien en la misma tribuna agradeció al mismo grupo su apoyo a la moción de censura. Para el candidato a presidente, legalidad y legitimidad significan lo mismo, por lo que advierte que nada hay que objetar a la posibilidad de ser investido con las abstenciones de ERC y Bildu, siempre que sean grupos elegidos democráticamente en las urnas. Atesora parte de razón porque de la legitimidad de la Constitución de 1978, que consagra la propia justicia de las normas, emana un sistema legal que permite que personas tan ligadas a ETA como Aizpurúa tengan voz en las Cortes de todos los españoles. Sin necesidad de acudir a Habermas, no puede resolverse con tanta seguridad que es tan legítimo, por ejemplo, pactar con la diputada Jiménez Becerril que con la diputada Aizpurúa. Y, éticamente, todavía menos. España debe superar los bloques y Pedro Sánchez reflexionar sobre su deriva. Tiene 48 horas.

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