Nada más cerca del lenguaje batasuno. Pese a la inflación de comentaristas, analistas y tertulianos, a la caterva de observadores se le debió de pasar por alto esta semana un hecho transcendente: el último comunicado pactado entre ERC y el PSOE sobre el estado de la negociación para la investidura de Gobierno se parece tanto a los panfletos de Batasuna de los años noventa que pareció redactado por Otegi. "Constatamos avances en la definición de los instrumentos necesarios para encauzar el conflicto político". Así, con la dosis de vaselina que García Page no quiere que le regalen en Reyes, Sánchez se ha deslizado por una pendiente que solo puede desembocar en un estrepitoso fracaso, el mismo que cosecharon quienes durante decenios insistían en el País Vasco que había que negociar al margen de la Constitución e incluso comprender a los violentos. El independentismo en España siempre ha engordado en los momentos en los que el Estado ha mostrado mayor debilidad. Y viceversa. Por eso, causa perplejidad la sensación que transmiten los actuales líderes políticos -y no solo Sánchez- de desconocer el contexto histórico de los últimos 50 años en España. Lambán y García Page intentan extender la sensatez interna en un PSOE fracturado que está a punto de cometer uno de los mayores errores de su historia.