Torra bloquea todo
Pedro Sánchez busca un acercamiento a los partidos independentistas que gobiernan en la Generalitat para que, con la abstención, permitan su investidura y también para intentar poner fin al desafío al Estado que ellos mismos han lanzado y que ha fracturado profundamente Cataluña. Sin embargo, la reacción de Torra, desdeñando la llamada del presidente del Gobierno en funciones y exigiendo una relación bilateral, es una nueva demostración de que los secesionistas solo quieren avivar la estrategia rupturista.
El empecinamiento del candidato del PSOE en trabajar solo en la opción del pacto con Unidas Podemos y con ERC está dando aire al bloque secesionista. El protagonismo conseguido por el partido liderado por Oriol Junqueras, actualmente en la cárcel condenado por sedición, le llega en un momento en que, por otra parte, también depende de su decisión prolongar la parálisis política en Cataluña o ponerle fin mediante la celebración de elecciones autonómicas. ERC cree que ahora les puede arrebatar el liderazgo del independentismo a los herederos de Convergencia (Torra, Puigdemont y Artur Mas). Esta circunstancia le hace estar en una agotadora ambigüedad estratégica con el objetivo de conservar el electorado que sigue fantaseando con alcanzar unilateralmente la independencia y, al mismo tiempo, ampliarlo con el que ha tomado conciencia de que el programa de la secesión no es mayoritario en Cataluña. Pero, para complicar más el escenario político español, Torra, que acaba de vanagloriase ante el juez de haber desobedecido a la autoridad electoral (por colgar símbolos partidistas en dependencias de la Generalitat), maniobra todo lo que puede para bloquear cualquier vía de solución. Hasta la patronal catalana Foment está multiplicando su actividad de contrapeso a las disrupciones provocadas por el poder radical encabezado por el presidente de la Generalitat.
