Por
  • Isabel Soria

La voz

CRECIDA DEL EBRO Y NIEBLA EN ZARAGOZA / 09/01/2017 / FOTO : OLIVER DUCH [[[FOTOGRAFOS]]]
De la niebla de nuestros prejuicios surgen voces inquietantes.
Oliver Duch

Hay sonidos que emergen desde lo más profundo de la tierra. Que nadan como ranas desde la intrahistoria. Voces que se quedan suspendidas en la calima. Que repiten el sonido de los grillos y el rumor constante del agua. Son chirriantes como las zanfoñas y las arpas de boca. Son infinitas como jaculatorias. Empiezan donde acaban y acaban donde empiezan, como los rosarios. Son susurros, son bajitas y estas voces están presentes en el ritmo de las estaciones. Creo que algunos, al conjunto de estas vocecillas lo llaman conciencia. Pero para mí, la conciencia es otra cosa. Aunque sí que creo escuchar una voz colectiva. Una voz vieja que tal vez esté en la parte más antigua de nuestro cerebro. Es la banda sonora de las Pinturas Negras. Son las voces de detrás del visillo. Son las voces que te recuerdan los cencerros y las flautas de los pastores. Los cánticos en las iglesias pequeñas. Es una voz colectiva y obsesiva. Es la voz de la penumbra. Es la voz que se quedó en las telarañas de los rincones. Son voces, sonidos que quién sabe si por alguna extraña razón de la física vuelven a nosotros desde el ayer. Es la voz de lo consuetudinario, de la costumbre. Es una voz honda. Es una voz de prejuicios por que no es ni la voz de la razón ni la del instinto. Es la voz de la tribu. Es atávica. Algo más allá de lo humano que va pasando generación tras generación. Tiene algo de oscuro y de anaeróbico. 

No hay que preocuparse por la voz. Con un poco de estudio, tolerancia y razón, se la silencia fácilmente. 

Isabel Soria es técnico cultural y documentalista

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