Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

La determinación de un obispo

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El obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez.
José Luis Pano

No regresarán por efecto del hastío ni la fortuna, ni, por supuesto, por el empeño del Vaticano, tan de perfil durante 24 años. Tampoco por los intentos diplomáticos, que los hubo, ni por la querencia equivocada de algunos representantes públicos de mirada corta, años atrás, para intentar resolver la entrega de los 111 bienes sacros a través de la política. Ha sido un obispo, el de Barbastro, Ángel Pérez, quien traspasó la línea roja que ningún predecesor atravesó en 25 años: condujo a su homólogo de Lérida a los tribunales civiles al comprobar que para la diócesis catalana los decretos vaticanos que daban la razón a Aragón sobre la propiedad de las piezas eran en realidad papel mojado, legajos perdidos. Tras casi 25 años de declaraciones estériles, de amenazas, de parapetarse en el consorcio del Museo de Lérida para concluir que era imposible el retorno, la Justicia le ha dicho a Ángel Pérez que sí, que los 111 bienes deben regresar a Aragón tras una espera sonrojante que destila dos conclusiones: la primera, que Aragón le debe un agradecimiento especial al prelado y, con ello, el gran acierto de conducir exclusivamente por la vía judicial el caso. El obispo de Lérida, a buen seguro, recurrirá, porque el Vaticano se cruzará de brazos pese a su propio decreto de 1998. Dejará hacer. Como siempre.

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